Estafado
(Artículo publicado el juves, 12 de octubre, en diarios de EPI PRESS)
Hablo de lo que
sentí la noche del lunes viendo en Antena 3 el final de El incidente. He seguido con cierto interés, a veces incluso con
gana y pasión, la serie producida por la productora Boomerang, y me fastidió
que el lunes anterior se retrasara al de esta semana la resolución de la
historia por lo que se conoce como “motivos de actualidad”, siendo la
actualidad el monotemático asunto de Cataluña. Sólo me faltó, como los garrulos
de Mujeres y hombres y otros berzas,
montar numeritos a las puertas de la cadena, escribir exabruptos en la red con
la tosquedad de quien apenas sabe juntar palabras, o amenazar con suicidarme
por emitir, como tantas veces ha pasado, un especial sobre elecciones al
Congreso en vez de la esperada edición de Gran
Hermano. Pero todo llega. Y el lunes pasado Antena 3 emitió el último capítulo de El incidente, el que, como creíamos
miles y miles de espectadores, explicaría de una puta vez quién había detrás de
los hechos que afectaban a los habitantes del Valle del Cer, y cuál era el
objetivo.
Ja. Es verdad
que algunas series, como algunas novelas o películas, no cierran sus tramas
dejando abierta la puerta a una posible segunda parte o sólo apostando por un
final abierto. Pero de ahí a que la audiencia, yo, se quede con la boca
desencajada porque asistes a un final tan tonto que sirve para un roto y un
descosido lo único que sientes es que se han burlado de ti. ¿Qué pasó en
realidad, quién había detrás de los sucesos? Ver en las últimas imágenes a Pepa Aniorte caminar entre la multitud
inhumana con gesto inexpresivo, visto en mil películas, te deja la jeta como se
la dejó Puigdemont el martes a los
votantes del sí, gilipollas y estafados.
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