sábado, 21 de octubre de 2017

Maldeojos. Bendiciones



Bendiciones
(Artículo publicado el sábado, 7 de octubre, en diarios de EPI PRESS)

     Bendiciones, dice el jeta Sandro Rey al despedirse de las insensatas que lo llaman por teléfono para que les hable de su futuro en el trabajo, en la salud y en el amor. Este tipo no tiene, como los de su cuerda, escrúpulos. Pero las bendiciones de las que hablo son de otro tipo. También llegan de una corporación sin remilgos, pero al menos su legado es de los que levantan a pulso a cualquier criatura un poco sensible. Dejémoslo ahí. El Vaticano no es cualquier cosa. Aunque se vincula a la fe, a la católica, todo el mundo sabe que nada tiene que ver con ella. Que la institución, ese estado, se ampara en ella para controlar otras cosas, desde la política a la economía, y que su ambición terrenal es desmedida. Que el papa de Roma no es más que un instrumento de poder para mejor servir a un ente que lleva el pecado, la corrupción, la avaricia y la falta de escrúpulos a límites de magisterio universal.

     Leyendo lo anterior, aunque añadiéndole el toque de genialidad, de exquisita belleza, de contraste y de perturbación cultural que le atiza a sus trabajos el refinado y provocador director de cine napolitano Paolo Sorrentino, parecería que estamos hablando de esa genialidad de una petulancia corrosiva llamada The Young Pope. Es una película de 10 horas de duración, imposible de emitir en una pantalla grande, así que se dividió en forma de capítulos “emitibles” en televisión. The Young Pope relata la historia del papa ficticio Pío XIII, que encarna, rozando la genialidad, Jude Law, ultraconservador, que no desea que su imagen se convierta en chapita de nevera, en producto de mercaderes. The Young Pope es mucho más, y el Vaticano ha dado su bendición después de un año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario