Bichos
videntes
(Artículo publicado el domingo, 15 de octubre, en diarios de EPI PRESS)
Cortan y pegan
donde a ellos les favorece para conseguir audiencia. Quien habla no es un
recién llegado a la pantalla. Lleva en ella desde que dejó la pescadería en su
Córdoba de adopción, dio el salto del niño inquieto a Madrid, se metió en una
academia para ser actor porque parece que siempre quiso ser artista, y se hizo
famoso pidiendo un poquito de por favor en Aquí
no hay quien viva. Cortan y pegan donde a ellos les favorece para conseguir
audiencia, dice Fernando Tejero con
una ingenuidad de principiante. O con una mala leche de soldado que no echa un
polvo desde la I Guerra Mundial. Este señor sabe de qué va esto, incluso sabe
que cortan y pegan las escenas de La que
se avecina para conseguir audiencia. Pero clama al cielo que sea él quien
lo diga refiriéndose al programa de La 1, a MasterChef
–aún no ha superado su paso por el programa- cuando hasta cualquier bicho
vidente, y en este tiempo de pantallas somos todos, sabe que eso es así. Y
quien no lo sepa, que aprenda. ¿O es que hay gente que cree que no es un corta
y pega, una selección de la burrada más mona lo que pasa en ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Claro
que en los programas grabados se graban horas y horas para que el montador
tenga donde elegir, y elegir en televisión es elegir la bronca o el semen, se
corta y se pega. Va en sus genes. La tele no es mentira, pero no es real. Fernando,
amor, hasta el Telediario es un corta
y pega de la actualidad, además de para conseguir audiencia, para adaptarla a la
realidad paralela que siempre interese al Gobierno de su Inefable Ineptitud Mariano Rajoy. Ay, chiquillo, corazón
loco, cabreado profesional, TVE huye del directo en cuanto hay un follón que
pueda herir un poco al PP, al Gobierno, por eso cuando hay manifestación
“enemiga” envía a Cataluña todo un complejo equipo de cámaras, redactores,
cronistas, y maquilladores, pero… pero para grabar lo que se menee, que luego
llegará el señor comisario político de la redacción y elegirá lo que conviene
que vea la audiencia, que no tendrá que ver, si no le interesa al patrón, con
la realidad de la realidad. Eso sí, si hay manifestación “amiga”, y sacan
“banderas buenas”, el sol luce y abrillanta la frente de Mario Vargas Llosa –sin Isabel,
cielo, que estaría aparcada entre bambalinas- para que diga lo que tenga que
decir, y sin censuras, que en TVE hay libertad de expresión, siempre que sea la
adecuada. Así que sí, Fernando Tejero, un poquito de por favor, claro que en MasterChef se corta y se pega donde “a
ellos les interesa”.
Desde
niños
Lo que quiere
decir Fernando, un tipo que la edad va agriando, esquinando, con su poquito de
mala leche revenida, es que MasterChef
es mentira. Pues ya digo, rey, como todo en la tele. La tele no es que sea
mentira, es que no es real. Todo bicho vidente lo sabe. La otra noche cenaba en
casa de amigos de amigos. La pantalla era de plasma, de esos por los que podría
pasearse hasta el agotamiento Roberto
Brasero o gastar el tacón vertiginoso sobre el que se eleva Anne Igartiburu. O su sustituta Jose Toledo, a la que mi madre, a
veces, le regaña por atreverse a tanto, y se atreve a mucho ya que se sube a un
andamio de muchos centímetros, ay, hija, no sé cómo puedes dar un paso con esos
tacones, le dice, pero Jose Toledo va a lo suyo, dando vueltecitas ante el
plasma y moviendo las manos para enfatizar las naderías sobre Chenoa y Bisbal, sí, aún sigue TVE por entregas la obra completa de estos
dos, o al menos la de la escritora Cheno, que está vendiendo más libros que Belén Esteban, incluso más que Vargas
Llosa, salvo que le escriba unas letras a la Preysler y las venda como propias en la feria del libro. Total, que
entre la pizza y el plasma, la pantalla era la reina del salón en casa de los
amigos de mis amigos. Me niego a comer pizza –no me gusta-, pero no podía
negarme a ver la tele, que parecía comerte y seducirte, tan grande, tan
colorista, tan distinta a todo bicho viviente. Frente a ella, además de
adultos, había cuatro niños que tenían los ojos como ruedas de molino mirando
sin pestañear lo que pasaba delante hasta tal punto que uno de los padres tenía
que palparle a su hija pequeña el hueco de la boca para que, sin darse cuenta,
tragara sin rechistar el condumio. Veían algo en Clan TV, una peli de alto
contenido violento, unos dibujos horribles cuyos personajes daban vida a una
historia que me pareció atroz, con explosiones, incendios, derrumbes, y un
montaje, claro, muy, muy endiablado, es decir, un corta y pega acelerado para
que, desde chiquitillos, sin opción a la disidencia, se sea un perfecto bicho
vidente.
El
desfile y Letizia
Ya lo dije hace
unos días. Toñi Moreno se lo está
currando para tener unas líneas reservadas en esta página. Gracias a ella ya
tiene la caverna de Mediaset a otro gañán pomposo, es decir, a un donnadie abriéndose a codazos un sitio en los platós,
sea en Granjero busca esposa, sea en Supervivientes, sea en First dates. Lo que le echen. Con
ustedes, Fran Álvarez. Un camarero.
¿Se decepcionan? Parece que veo sus caras. Pero no es un camarero cualquiera. Conoció
de cerca las miserias de la princesa del pueblo y compartió el aire del cuarto
donde la Esteban y él se tiraban cuescos o se amaban bajo los efectos de
algunas cosillas que la ex cajera resume hablando de esa época como el tiempo
“en que estaba malita”. Si a ella la quitó de trabajar Jesulín el de las Bragas, ella lo quitó a él “para que no pudiera
ver a nadie”, dijo el ex en Viva la vida,
donde obligan a Toñi a trasegar con desperdicios y toda clase de porquerías que
sólo viven y se desarrollan en Telecinco, una fábrica de auténticos bichos,
pero bichos en su sentido literal. Bichos vivientes tipo zombi. Una
contradicción, pero sólo así se puede entender el nuevo cometido de Toñi Moreno
en esta cadena, servir a los bichos videntes dosis infinitas de bichos
vivientes. Ante estas invasiones he creado un gesto de cemento, como el de Letizia Ortiz el otro día ante el
desfile del soldadito español, español.
La guinda
El
bigote
Sé que parezco
el de Breaking bad –el actor Bryan Kranston-, pero soy el Andrèu –Andrèu Buenafuente-, que regresó a Late Motiv en #0 después de dos semanas
en casa por un virus de no sé qué, y lo hizo con bigote, de ahí su parecido con
el personaje del genio de la metanfetamina de la magnífica serie. Sólo se
quitará el creciente mostacho cuando “vea hablar a Rajoy con Puigdemont”. A
ver a dónde le llegarán los pelos.
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