La boda gay
(Artículo publicado el domingo, 20 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
La boda gay. Así
se refería la Bien Peinada a la boda que hace unas horas tenía lugar en Vitoria
–si los novios no se han echado para atrás- entre Javier Maroto y su ya marido Josema
Rodríguez. Javier Maroto fue alcalde de Vitoria, un alcalde muy votado,
hasta las últimas municipales, y ahora, dentro del PP, es vicesecretario
sectorial, como suena, un cargo enorme creado a la medida del vitoriano, cargo
que lo ha catapultado al núcleo duro del partido aunque nadie sepa bien qué es
ser vicesecretario sectorial. Un premio, es un premio. Hablaba Ana Rosa Quintana de boda gay ante la
ultra liberal Esperanza Aguirre, y
se dilucidaba si era conveniente o no, si iría o no, si tendría que ir o no a
la boda del amigo Mariano Rajoy, que
recurrió ante el Constitucional las bodas gais por “desnaturalizar el
matrimonio” ya que el demonio Zapatero
quería destrozar desde la palabra el matrimonio de toda la vida, el único, el
que se da entre un hombre y una mujer, un matrimonio como dios manda. Haya ido
o no haya ido Rajoy, que ha ido, el ridículo está hecho. Tal como aquí dijimos,
igual que lo dijeron millones de personas, la realidad acabaría desbaratando la
ceguera política, el empecinamiento y la hipocresía por amarrar unos cuantos votos
del lado más conservador y católico de la derecha más rancia. Y con la boda de
Javier Maroto se ha hecho visible ese cinismo, se han colocado en el lugar que
les corresponde aquellas soflamas, aquel rasgarse las entrañas, aquellas
declaraciones teatrales, aquel temblor de monja asustada que teme que el
matrimonio entre un hombre y una mujer se hunda porque el matrimonio entre
personas del mismo sexo lo que pretende es obligar, a cañonazos, a que todo el
que tenga pito se case con el que tenga pito, y la que tenga rajita se case con
la que tenga rajita, obligar a que se case el secretario con el ministro Jorge Fernández, y la telefonista con Fátima Báñez.
En la misma imagen dos personas que hicieron mucho en este país por normalizar, con la ley en la mano, lo que en la calle ya era normal. Pedro Zerolo fue un activista que no dejó de pelear por la igualdad entre ciudadanos al margen de sus gustos sexuales, y José Luis Rodríguez Zapatero el presidente de un Gobierno que, pese a quien pese, abrió de manera imparable una ventana en este país que de repente se hizo más respirable y justo aprobando la ley de matrimonios entre personas del mismo sexo con los mismos derechos que los matrimonios heterosexuales. |
Hombre y perro
La realidad, de
nuevo, revolcando en la arena del desprestigio la mera estrategia política
hecha no de sinceras convicciones sino de cálculos electorales. Ahora Rajoy y
algunos más de su cuadrilla han viajado a Vitoria a la boda de su amigo
maricón. Y este país sigue en pie aunque las manzanas se unan con manzanas y el
caldibache de las peras maduras manche la comisura de las fauces hediondas de Ana Botella. Mira que esta gente dijo
barbaridades. Como las dijo y dice la empresa católica. Llegará el día, y lo
vuelvo a escribir aquí, que los gerifaltes religiosos, esos que encienden los
púlpitos con provocaciones de una simpleza intelectual parecida a la de Mariló Montero, unirán en santo
matrimonio a hombre con hombre y mujer con mujer. Será en cuanto la clientela
les dé, más, la espalda y vean que el negocio, oh, no es el que era. Al tiempo.
A mí me da igual que Mariano Rajoy haya ido a la boda de Maroto con su novio,
pero me alegra que el presidente de mi Gobierno lo haga. Se la ha tenido que
envainar. Que se joda. Sí, suena fuerte, pero se lo merece. Es lógico que los
medios de comunicación, y la tele sobre todo, destaquen lo que apenas destaca
nadie en la vida ordinaria, en el día a día. La gente va a bodas. Punto. Que
sean bodas entre hombres o entre mujeres –y no, no son entre hombre y perro o
mujer y rana, como decían algunos alcaldes del PP, que se negaban a casar a
“esta gente” o que había que “tomar bicarbonato
para digerir todo esto”, o como aquel que decía en Pontones que él no casaría a
personas del mismo sexo porque tienen los mismos derechos pero son “personas
taradas que nacen con una deformación física o síquica”-, que sean bodas entre
hombres o entre mujeres hoy no es relevante en este país que acuchilló la
tarima enmohecida de un PP meapilas.
Es la imagen del cinismo, y de la claudicación. Muchos de los presentes en la foto, y otros cientos que no aparecen, todos del PP, se llenaron la boca de anatemas, se rasgaron sus vísceras anunciando el apocalipsis, vislumbraron un mundo catastrófico, el fin de la civilización, la madre que los parió. Y ahí están, como si nada. Modernos y sonrientes. Felices. Haciendo uso de una ley -bienvenidos a la realidad- contra la que lucharon hasta hace dos minutos. Mintieron a sabiendas, como en tantas ocasiones. Ahora, después del daño y sufrimiento causados, se limpian las manos como el que se quita el polvillo de encima. |
El pobrecito Han
Si no hubiera
sido por todo lo dicho, por la cizaña con la que cargaron contra la ley de Zapatero de la que ahora, como es
lógico, se aprovechan, la boda gay mentada de la que la tele ha hecho un tema
específico, nadie hablaría de ella, salvo como un eco de sociedad por la
relevancia del casado. A tragar quina, señora Mariloli Cospedal, bruja. Bertín
Osborne, el eminente vocalista de rancheras, dice que si te bajas los
pantalones una vez –si hubiera bajado su caché para hacer de entrevistador en En su casa o en la mía, esa vergüenza
por la que pasó Jesulín de Ubrique o
la nieta de Franco- ya no te los
puedes subir nunca. Lleva razón el “machoman”. El PP se los ha bajado tantas veces
que a estas alturas sería capaz de decir que la ley del matrimonio homosexual
es cosa de ellos. Y que Mariano es la loca más loca del reino. Hubiera sido un
puntazo ver al presidente a lo Priscilla por las calles de Vitoria, con
taconazos, rímel, y peluca. Y ya puestos, y sin salirnos mucho del corral
popular, hablemos de Mariló, una vez más. Dice la sandia que “los periodistas
no tomamos parte ni de un lado ni de otro” al tiempo que defendía la
celebración del salvaje alanceamiento –ya está en la RAE- del llamado Toro de
la Vega haciendo comparaciones de necia entre la muerte del toro y la de, por
ejemplo, el pollo o el pescado como alimentos. O sea, resumiendo con las
palabras del magín de la criatura, que al toro se le han dado buenos piensos,
“ha vivido bien, y todos comemos carne”. ¿Cuándo la echan, oiga? Totalmente,
diría David Bisbal con muchos
aspavientos poniendo los ojos en blanco,
como en trance, cuando ni su lengua ni su cerebro tienen nada que decir, de ahí
que todo el rato esté como ido en La voz
kids. Y como otro ego criado con sebo no puede estarse quieto, salta Mercedes Milá desde su pista para
retomar el tema gay. Ay, soltó la sardesca refiriéndose a un tal Han de HG16 “si además de chino es gay… pobrecito”. Válgame, don Javier
Maroto y don Josema Rodríguez, menos mal que ustedes son sólo gais. No son ni
chinos ni, mucho peor, catalanes, y que la boda es en Vitoria y no en Barna. La
imagen de Rajoy con barretina ya sería demasiado.
Estos pájaros no pueden faltar en este resumen de imágenes que recuerda dónde estaba cada uno. Insisto, esta peña acabará casando en sus templos a personas del mismo sexo. Al tiempo. Es un negocio del que no pueden estar ajenos. |
La guinda
¿Bingo?
Estoy convencido
de que la dirección de TVE tiene callos en las manos de frotárselas. La otra
noche En tu casa o en la mía fue el
programa más visto. Hizo un 15%, casi 3 millones de personas. Fantástico, ¿no?
Pues no. Ese programa es indigno de una tele pública. Ni el presentador, Bertín Osborne y su zafia naturalidad,
ni el perfil de los invitados –el último, Jesulín
de Ubrique- tendrían que ocupar ese tiempo en La 1.
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