lunes, 7 de septiembre de 2015

Maldeojos. Dolor y porno



Dolor y porno
(Artículo publicado el sábado, 5 de setiembre, en periódicos de EPI PRESS)

      Cada cual gestiona su dolor como puede. Y como quiere. No es la primera vez que la señora María Teresa Campos gestiona, el dolor, o la alegría, como si fuese la derrama de la comunidad de vecinos, es decir, compartiéndolos con el resto. La última vez tocó dolor. El de la muerte de su hermana en Málaga. Otras veces tocó compartir la alegría de su vuelta al amor de la mano, y el bigote, de Bigote Arrocet. O la desazón, ora vez con el dolor a cuestas, del cáncer de su hija Terelu, que al ser superado volvió a darle a su audiencia unas palabritas en tono esperanzado y alegre. María Teresa Campos, a estas alturas, no le importa dibujar una línea que va de su vida privada a su vida pública enlazándolas cuando ella quiere, cuando le da la gana, y cuando ve que le viene bien.

       El otro sábado, con su hermana recién despedida para siempre, la malagueña entró por teléfono, en directo a, como dice Belén Esteban, “mi programa”, es decir, al suyo, a ¡Qué tiempo tan feliz¡, programa que ese día, de luto riguroso, presentó en su lugar su retoño, la señora Terelu Campos, que se dirigió a ella “no por tu nombre profesional sino como lo que eres para mí, como mamá”, mientras se quitaba de las mejillas restos de lágrima desperdigada moflete abajo. La peña del plató, los colaboradores en pleno, fueron mostrados uno a uno por el realizador. Todos compungidos, todos cabizbajos, en estado de luto interpuesto. Doña Teresa habló con ideas deshilvanadas pero voz firme. Tiene tablas. Mientras la escuchaba me preguntaba si aquello era demasiado obsceno para mí. E incluso si al ver pornografía sentimental el enfermo era yo. 

La hija, en el plató. La madre, al teléfono. Ambas forman parte del mismo negocio, de la misma escena pornográfica. Esto sucedía hace apenas una semana, y en directo.

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