Mar de plástico
(Artículo publicado el jueves, 24 de setiembre, en periódicos de EPI PRESS)
Desde el primer
plano te agarra del cuello y no te suelta. Es Mar de plástico, que se mueve en la misma línea, en la línea de una
calidad de nuestras series que ya va siendo habitual. Ni caso a los que siguen
mirando sobre el hombro y poniendo caras estreñidas al hablar de Vis a vis, Bajo sospecha, El ministerio
del tiempo o Mar de plástico. Es
la última en irrumpir en la noche del martes de la mano de Antena 3, que se
está cubriendo de un oro indiscutible apostando por la producción nacional. Mar de plástico cuenta la historia de un
crimen, el de la hija de la alcaldesa de un pueblo sureño cuyo campo es un mar
de plásticos de invernadero. El pueblo es -¿suena tópico, cursi?-. un crisol
donde conviven marroquíes, negros, gitanos, rusos, y la gente del pueblo. El
crimen puede haberlo
cometido
cualquiera.
La fotografía en
tonos solares, de un dorado asfixiante, el montaje, las duras y realistas
localizaciones, la sintaxis puntillosa, la planificación, la música, los actores
–soberbio, como siempre, Pedro Casablanc,
el Luis Bárcenas llevado al cine por
David Ilundain en B o Andrea del Río, que da vida a un
personaje nazi, vomitivo, intolerante, y lo hace con tanto magisterio que acaba
uno odiándolo desde el principio,-, todo ese engranaje que es una serie está al
servicio de un thriller que no te da tregua como espectador. En el primer
capítulo se presentaron los personajes –tremendos el de las rusas-, se hilvanó
la situación social del pueblo, se apuntaron los posibles asesinos –todo está abierto-,
y quedó constancia de la excelencia de este producto, con sus sombras, que
sedujo a más de 4 millones de espectadores. La noche del martes es de Mar de plástico.
Imagen de un plano de la primera entrega de Mar de plástico |
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