De Lope a Jorge Javier
(Artículo publicado el domingo, 13 de setiembre, en periódicos de EPI PRESS)
De la reina
Isabel nació Juana la Loca, de Juana la Loca, Carlos V. Palabras mayores.
De ¡Qué me dices! nació Sálvame. De la misma madre de Sálvame nació Cámbiame, y de Cámbiame, Cámbiame Premium. Una descomposición de
su creador, una cagalera, el fruto de una noche de farra, el reto de un tipo
que se apostó con los guardianes del estercolero que eso también colaba. Y coló.
Es decir, la audiencia de Telecinco no sólo no remilgó el morro con cara de
asco y enfado sino que premió la gorrinada con cifras mareantes. La audiencia
de Telecinco tendría que estar en los altares de Mediaset. Es de las más
devotas, de las más ciegas, de las que todo lo ven bien si viene de arriba,
aunque de arriba caigan purines. Ya saben que Cámbiame es ese programa en el que hacen que creas que quitarte los
rizos y teñirte las greñas de negro es hacer de ti otro yo, adquirir de golpe
otra identidad, y que pases de la desdicha a la felicidad absoluta, lágrimas y
moqueo incluido. Ya se imaginan el tipo de criaturas que acuden a la llamada de
estos benefactores sociales. A mí me da una pena sin fisuras. Y una rabia de
babuino al que le tocan las pelotas. El material ha de llegar hecho un
adefesio. Los eligen a conciencia. Cuanto más desaliño, mejor. Cuanto más drama
esconda esa “imagen” que hay que cambiar, mejor, muuuucho mejor. Veamos. En el
plató, como si no tuvieran ni puta idea de nada, hablan tres amigas, tres
soldados de ese pequeño ejército que luchará contra los pelos arrasados por
tintes bajunos y barateros, contra las gafas más inverosímiles, contra los
vestidos más hilarantes. Son Pelayo Díez,
Cristina Rodríguez, y Natalia Ferviú. Son los estilistas. Oh.
Son los expertos. Son dios.
Tan fácil como eso, quítese usted esa ropita deportiva y hala, se acabó la mujer que "revienta a la gente". Ah, y para ir a la tele se arregla una el pelo. ¿O es que le obligaron a ir hecha un andrajo? Ya entiendo, ya entiendo. Cuanto más desaliño mejor, muuuuuucho mejor. |
Cámbiame entera
Que seas un poco
dios y tu palabra vaya a esa misa de mercadillo no quiere decir que además digas
cosas interesantes, reflexiones para matrícula de honor, e interpretes tu guión
como un actor consumado, que también esta peña forma parte del mediocre
tinglado y se ven las costuras al momento. Se ve que el narrador cuenta un poco
la razón por la que Pepita o Periquito van al programa. A Cámbiame diario acudió esta semana Pepa, o sea, el caso de Pepa,
una valenciana que ha hecho del culturismo su forma de vida. ¿Y? Pues que
asusta a los hombres. A por ella, que venga. Hay tema. Huy, a mí me encantaría
ver a una chica musculosa, dice Pelayo, vamos, fliparía, ya, pero es que a mí,
rebate con argumentos irrefutables Natalia, el músculo en exceso… Ya está. En
ese momento la puerta de Cámbiame se
abre para recibir a… Pepa. Sí, soy culturista, dice, y mujer, ya sé que el
culturismo está enfocado a los hombres, “cosa que a mí no lo veo bien porque yo
soy una mujer, vale, no una revienta personas, porque cuando voy por la calle
la gente me señala y dice, mira, esa me coge y me revienta, y no, ¿por qué
tengo que reventar a nadie?, soy una mujer…”. Es el nivel. A partir de esa
exposición en alto vendrá el nudo y el desenlace. No quiero olvidarme de un
detalle, supongo que esencial. Pepa se dedicó con todos sus músculos al
culturismo “a raíz de la muerte de mi madre, y a raíz de mi perrito también” –sic-.
Al final, como dice Marta Torné, la
presentadora, va a ser todo cuestión de emoción. Y de risa. Y aquí está el
problema. Que yo no me río.
Son la bomba, son los expertos, son dios... Dan vida a esta enorme farsa que tanto fascina al mismo tipo de audiencia. |
Caras de vinagre
Yo no me río con
esas pobres gentes. Me enfado cuando veo que famosillos de media chinche como
una tal Makoke, esposa de Kiko Matamoros, va al programa como si
de verdad tuviera un problema enorme por ser “una rubia explosiva”, con el
deseo de que los expertos la cambien. Esta tipa acude ahí por dinero, por un
pastón, y no como Pepa, la valenciana, y no va desaliñada, ni tiene traumas, ni
arrastra su vida por un sendero de amargura, qué va, esta señora va a
divertirse y a cobrar, y cuando sale del plató se quita la peluca que le han
puesto o se vuelve a teñir de rubio si le sale del moño. Esta peña cree que el
espectáculo lo justifica todo. Así ocurre hasta en los mejores teatros, a donde
está llegando el concepto televisivo de entretenimiento popular, entendido por
darle bazofia al respetable si el respetable llena el aforo consumiendo mierda.
El presentador de los truños más destacados y descarados de purines Telecinco,
entre ellos el mentado Cámbiame Premium,
culmen de la idiotez y la estupidez, ha tenido el capricho de jugar a ser
actor, y como se lo puede pagar ha llevado su vida a escena después de llevarla
a los libros. Jorge Javier Vázquez
puede hacerlo, que para eso se pasa casi cinco horas de pie, con lo malo que es
para las varices. En Cámbiame Premium
lo han sentado y le han puesto chaqueta aunque sin corbata, que hay pescuezos
que no soportan yugo tan atroz. Jorge Ja llenó el Teatro Cervantes de Málaga
como tal vez no haya llenado nunca Lope de Vega o ningún autor contemporáneo.
Después del estreno entró en directo en su altavoz natural, en Sálvame de Luxe, toda una parábola de
este tiempo decadente y vulgar, grosero y chabacano. Dicen que el presentador,
escritor, promotor cultural, actor y empresario, el eminente Jorge Javier
Vázquez se mueve por el escenario como por el plató, con lentitud, como si le
apretara la faja. Pues los programadores de la red de teatros públicos se lo
rifan. El Teatro Circo de Cartagena ya lo tiene anunciado como un plato
irresistible para bochorno y alarma de la profesión, claro que no desentona con
otras funciones previstas como la de Bertín
Osborne -ni en su casa ni en la mía- y Arévalo,
toma castaña. ¿Quién dijo crisis cultural? Quien lo ve así es un cenizo, un
avinagrado con cara de acelga. Vi a una chica con pelo ahí abajo y fui a
comérselo, dijo en otro programa de la cadena Nacho Vidal, que desde que salió en Supervivientes su herramienta de trabajo se torció como una
alcayata, literal. Es, resumió el follador por horas, “una polla con
problemas”. Nacho, lo tienes fácil, pásate por el plató de Jorge ja, que seguro
que tiene la solución pata ti, como para el resto si no nos ponemos estupendos,
que la vida hay que tomársela como la entiende Telecinco. Y Jorge ja.
El presentador, escritor, empresario, columnista, bailarín, ufff, y actor Jorge Javier Vázquez... parece que camina por el escenario como por el plató, como si le apretara la faja. Dicen que la obra es un despropósito, un homenaje a un ego desbordado, pero los teatros públicos se lo rifan. El Teatro Circo de Cartagena ya lo tiene programado junto a Bertín y Arévalo. Que siga la fiesta. Que no falte de ná. |
La guinda
Petra Lazlo
Petra Lazlo es una mala persona. Y por tanto una
mala periodista. No hacía falta que el maestro Ryszard Capuscinski dijera que una mala persona no puede ser un
buen periodista, pero lo dijo, y acertó. Esta tipa que patea a refugiados
sirios, que pone zancadillas a papás con niños en brazos, no merece llevar una
cámara en la mano porque es una vergüenza para la profesión. A la puta calle.
Por mala. Y cerda.
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