lunes, 24 de junio de 2019

Maldeojos. La otra mirada


La otra mirada
(Artículo publicado el domingo, 23 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Poco a poco, o de golpe, te enganchas a La otra mirada, que emite los lunes La 1 de TVE alzándose, aunque ese dato es sólo anecdótico, sobre la oferta de las otras cadenas, que emiten Brigada Costa del Sol en Telecinco o Masters de la reforma en Antena 3. Me pasó en su primera temporada, y me pasó porque La otra mirada tiene pellizco, ese tipo de agarres que hacen del espectador, de este espectador, un fiel seguidor que acaba olvidándose de su faceta de comentarista para convertirse en mero interesado, en fiel de la trama, en apóstol de su dogma, y el dogma, el viento, la luz, la semilla, la propuesta de La otra mirada es de las que hacen grande, muy, muy grande a la televisión pública. Además de una serie feminista en una época, la de principios del siglo XX, donde una mujer no podía estudiar en la universidad salvo que tuviera una bula, un permiso, un plácet del mismísimo comandante en jefe del estado, La otra mirada habla de valores como solidaridad, igualdad o racismo, trama de la nueva temporada con la presencia de Inés, que interpreta la actriz canaria Dariam Coco, una chica mulata –en todo caso es negra, no morena, ni esa, sino una más, dice Manuela, Macarena García, la directora de la academia de señoritas donde transcurre la historia- que llega a la escuela poniendo patas arriba a alumnas, familias y financiadores de la institución de la sociedad sevillana de la época. La otra mirada es de un feminismo sin tapujos, sin complejos, ese tipo de actitud que tanto molesta a la ultraderecha, los amos del circo político que mueven los hilos del teatro con guiñoles como el simpático nuevo alcalde de Madrid, Almeida, manejado como un pelele por el capitán Smith según meme que salta de programa a programa, el tal Smith, el Rambo de Koz, club ultra de los Abascales. La otra mirada debería de ser un faro para la ficción en TVE, y no por su atrevimiento visual o su sintaxis vanguardista, en este caso porque lo que vemos tiene el andamiaje que una televisión pública ha de tener. La otra mirada está narrada por un grupo de directores como Mar Olid, Miguel del Arco, o el murciano Pablo Guerrero, todo un artesano detrás de la cámara capaz de resolver grabaciones con la eficacia que da el trabajo casi de metralleta que se requiere en series diarias como El secreto de Puente Viejo, con 10 temporadas y más de 2.100 capítulos, es decir, directores que conocen la técnica, que no hacen alarde de estrellas y que firman trabajos sólidos al servicio de la obra en conjunto. De las veteranas, como siempre, destaca Ana Wagener como doña Luisa, estirada y un poco sacristana en la primera entrega y más abierta y moderna en esta. Cuando la mujer lucha, influye en otras mujeres permitiéndose otras miradas sobre la misma realidad.

Hernia gitana
     Es lo que hace siempre Mikel Giménez sobre el teatro político, y advierte en Al rojo vivo que lo que le pasó a Ada Colau en su paseo por la plaza entre el ayuntamiento y el palacio de la Generalitat, recién nombrada otra vez alcaldesa de Barcelona, llamándola zorra, puta y guarra, se veía venir porque quien juguetea en una jaula con leones –los independentistas- es posible que reciba un zarpazo y luego, cuando vayas a la radio y te hagan una entrevista, te eches a llorar y saltes de nuevo a todos los programas de todas las cadenas porque la imagen de un político, de una política emocionada retirándose las lágrimas de los ojos, sí que es otra forma de verlos, una mirada que los humaniza y los acerca. Nada que ver con las miradas de perplejidad que caen sobre el diputado nacional del PP por Huelva, el pastor Juan José Cortés, jefe máximo, ole su ego y su cartera, de la Iglesia Evangélica Ministerio Juan José Cortes, el listo papá de la niña Mariluz, que fue asesinada en 2008. Este tipo, con una pensión por incapacidad permanente –ay, payo, esta vez no revisable- por hernias y cosillas de la depresión -¿depresión sin vuelta atrás, crónica?- se lleva crudos más de 25. 000 euros, o sea, más de 2.000 cucos al mes. Aleluya, aleluya, viva la hernia gitana. Esto sí que es integración, y no el guarreo de Los Gipsy kings, que han de hacer el mono en los mercadillos como los papás de La Rebe de Zaragoza. El pastor Cortés, deprimido y herniado pero sentadico en el escaño, ya no tiene que gritar más lo de “vamos, payas, que mu las quitan de las manos”. A ver si le echan otra mirada a su caso, ven que la política lo hunde más, le suben la pensión, y nos cuesta otro potosí. Señor, aleluya, aleluya, haz algo con tu misericordia sinfín.

Necios machistas
     Y si pudieras, ya puesto, señor del cielo, échale un ojo a tu siervo Eduardo Inda, la hiena de los panfletos digitales, que se ha revuelto como sólo lo hacen los acorralados y cobardes a raíz del reportaje especial, –regular, de escasa calidad, hay que recordar- Las cloacas del periodismo que emitió Todo es mentira el domingo pasado y donde, como era de esperar siempre que vayan juntas palabras como periodismo y cloaca, no se habló nada bien de este tipo. ¿Cómo ha reaccionado? Volcando su rabia sobre la colaboradora Marta Flich, atinada, aguda, manejando una ironía muy bien condimentada, al decir que está en televisión porque tuvo una relación con Jaime Martínez Bordiú, nieto del dictador Franco. Al risitas de dientes encalados le han llovido las críticas por machista, desde Carme ChaparroCuatro al día, Cuatro- Pepa Bueno –La Ser-, Paula Vázquez –Movistar- o Mamen Mendizábal –La Sexta-, a políticos de izquierda. Pero estoy más que seguro de que estas movidas se la ponen dura a este indecente. Sobre él no cabe más mirada que la del desprecio. Y la misma pregunta de siempre. ¿Por qué lo ampara Ana Rosa Quintana en su matinal de Telecinco y Ferreras en Al rojo vivo de La Sexta? Va a tener razón de ser el epílogo que se emite después de La otra mirada y que presenta Isabel Gemio, Retratos con alma, donde este lunes se invitó a Cristina Pedroche, que tiene que seguir demostrando que es algo más que un cuerpo y unas tetas. Ella dice que los tíos que piensan así le dan mucha pereza y no quiere darles protagonismo. Inda, cielo, desintégrate.
La guinda
Que renueven
Esta semana se ha marchado ¿hasta setiembre? Ese programa del que usted me habla,  y que presentan en La 2, y a diario, frente a gigantes consolidados como El intermedio y El hormiguero, María Gómez, Alberto Casado y Eva Soriano. Deberían renovarlo sin más y a pesar de su escasa audiencia. La ironía, el humor, y lo gamberro como concepto para tratar la política sin envaramientos son necesarios en la tele pública.

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