La gran Concha
(Artículo publicado el martes, 4 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
En blanco y
negro. El plano, tembloroso, se va abriendo desde la cruz en la pared hasta el
rostro de una monja de clausura que reza, implora, titubea, y siente el
cosquilleo aquí, justo aquí, ay, por dios, de la rosa que le entra y le sale, y
otra vez, venga entrar y venga salir, y yo, ahogándome, hermana, qué sudores
con la dichosa rosa. La monja parece que habla sola en su celda, pero al lado
algo se mueve. Es otra sor, que le conmina, le incita, le ordena que siga,
coño, contando lo de la rosa que entra y sale, entra y sale. Es una recreación
petarda, gamberra, lúbrica, descacharrante, de Teresa de Jesús, la mítica serie que firmó para TVE Josefina Molina en la década del 80 del
pasado siglo, una de las obras cumbres de Concha
Velasco. La monja de la rosa –orgasmo socialdemócrata- era la actriz Emma Ozores, y la otra sor, Sor
Gillete, el alucinógeno Bob Pop.
Todo esto
sucedía ante la propia Concha Velasco, sentada en el plató de Late Motiv, en #0, junto a Andréu Buenafuente y Silvia Abril, caracterizada como otro
de los grandes personajes de la vallisoletana que desde chiquitilla lo tenía
claro, y así lo decía, mamá, quiero ser artista. Fue un Late Motiv especial, todo un monográfico dedicado a esta gran
señora -79 años, y en activo, lúcida y guerrera, trabajadora y maestra-. Por el
programa pasaron actores, humoristas, imitadores, los guionistas lo dieron
todo, se transformó el plató, la orquesta interpretó músicas de la actriz, y al
final lo que el espectador vio fue una lección de alta televisión, de cómo un
formato se convierte en una cita con el buen gusto, con el entretenimiento que
te atrapa, o sea, para explicarme mejor, con el concepto que uno tiene de lo
que es televisión de calidad. Enhorabuena.
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