Reyes, ¿un héroe?
(Artículo publicado el jueves, 6 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Seguro que habrá
alguien que no crea que quien esto firma no conocía a José Antonio Reyes, no
digo que no lo conocía en persona, digo que no tenía ni idea de quién era este
buen señor, y matizo enseguida, ni me ufano ni me avergüenzo. Sólo constato. A
raíz de su mortal accidente -¿accidente o conducta más que irresponsable?- he
sabido que era futbolista, y de los grandes, de los que representan a España
por el mundo, un deportista querido, admirado y respetado en su trabajo. Llevan
toda la semana hablando de él en la tele, y según los primeros informes de la
Guardia Civil, el carro que conducía el joven –padre de tres críos- iba a
velocidad de torpedo, una bala imposible de dominar. Da igual la velocidad
exacta. Era mucha, demasiada. Con él, su primo de 22 años, Jonathan Reyes, que murió en el acto, y otro primo, Juan Manuel Calderón, achicharrado y en
estado grave por tratar de salvar a los compañeros.
Total, un
desastre personal y familiar. Es lógico, y me incluyo, sentir dolor y pena por
lo sucedido. ¿Pero de qué estarían hablando las cadenas si el conductor en vez
de ser un rutilante futbolista que conduce un cacharro tuneado para tener una
potencia sideral hubiera sido un pelanas desconocido que se lleva por delante
su propia vida, la de un joven primo, y arruina la de otro? Na hace falta
hollar sobre el mismo fango. Está claro. La Real Federación Española de Fútbol
ha anunciado que entregará a Reyes su medalla de oro y brillantes, es decir, se
premia al deportista. La lectura es que también se premia al hombre. Y el
hombre, si se confirma lo que pasó, fue un kamikaze, un irresponsable
temerario, un tipo nada ejemplar, y desde luego lo más alejado de la imagen del
héroe.
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