Viejennials
(Artículo publicado el martes, 19 de marzo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Buen nombre.
Frente a los “millennials” –resumo sin entrar en detalles, que aquí salen
expertos con sus matices para hablar de esta generación, que podemos llamar así
a los que hoy tienen, arriba o abajo, unos treinta años, es decir, jóvenes
conectados, jóvenes a los que se les considera tan preparados como desnortados,
nacidos segundos antes de la era digital, en la era digital, o en la
postdigital o, para resumir, nativos digitales-, pues bien, frente a los
“millennials”, los “viejennials”, que no hay que explicar. Hasta yo no sólo lo
entiendo sino que ya formo parte del clan. Con esta idea de partida, una
generación de gente mayor, de gente vieja, expone sus sentimientos, su estado,
sus soledades, pero también su vitalidad, su entereza, sus ganas de luchar y
seguir adelante, y lo hizo en la entrega de La
sexta columna del viernes pasado.
Dicen las
estadísticas que uno de cada diez hogares españoles está habitado por una
persona mayor de 65 años que vive sola. En total, casi dos millones de
españoles solos. La entrega resultó fascinante porque, aunque vamos barruntando
lo que se nos viene encima o ya está aquí, nos toque de cerca o un poquito
retirado, el programa acertó en el tratamiento, nada sensiblero, de un colectivo
del que, ojalá, usted y yo formemos parte algún día. Si no, malo. Y ahora, la
curiosidad, la parte por el todo, el fiel retrato de este tiempo de consumo
rápido, de vídeo que se hace viral ya sin conexión con la realidad y razón de
la que formaba parte. El programa viajó a un pueblecito asturiano donde vive un
solo niño, Adrián Beovides, que al
ser preguntado si no le gustaría tener a otros niños cerca responde, “me gusta
estar solo, que no me toquen los cojones”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario