Trolas y bulos
(Artículo publicado el jueves, 14 de marzo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Aunque uno
termine siendo un pesado, y se deje llevar por sus manías, faltas que confío
que la persona que tiene esta pieza delante sepa disculpar un poquito, vuelvo a
algo que creo es fundamental porque supone uno de los pilares de la democracia,
es decir, no hay calidad democrática si aceptamos como un mal menor, encajonado
y natural, que nos den gato por liebre, atún rojo por pescado tintado, aceite
virgen extra por aguachirle de menor calidad, verdad por mentira. Y aquí me
paro. He dicho verdad por mentira, hablo de nuevo de “fake news”. Las noticias
falsas son un drama democrático, una estafa que algunos políticos, partidos,
organizaciones y, lo que es peor, medios de comunicación, activan para lograr
sus propósitos con trampas. Hay un debate que de vez en cuando se refresca
sobre la posibilidad de legislar contra este tipo de trolas.
Viene esta
historia otra vez a este rincón del periódico porque el asunto de las noticias
falsas ya no sólo está en los programas de contenido político estricto sino que
ha saltado a los magacines. La otra mañana fue Susana Griso la que llevó en el sumario de Espejo público el caso del artista zaragozano Alejandro Monje. Hizo una escultura-pintura con fajos de billetes a
medio quemar con un realismo a lo Antonio
López. La lió. Un medio ruso creyó que el dinero era real y que estaba
quemado porque a los esbirros de Rauf
Arashukov, corrupto senador, no les dio tiempo a quemarlo antes de que
llegara la poli. Ya está. La noticia dio la vuelta al mundo. Lo que era arte
crítico contra el dios dinero se convirtió en un bulo de dimensiones
planetarias. Esto puede ser hasta gracioso. ¿Pero qué pasa cuando Pablo Casado miente y lía, y sin dejar
de sonreír?
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