Ultrasonidos
(Artículo publicado el sábado, 9 de marzo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Lo veo en El hormiguero, y Pablo Motos rubrica el final con una frase que resume no sólo la
idea sino la sensata, justa y necesaria reivindicación. Viene a decir que en
este mundo, en esta sociedad nuestra, parece que se destaca la trifulca, la
parte mala, la cara más fea de la condición humana, y que apenas queda hueco
para iluminar con el foco de nuestro interés, y por supuesto el de los medios
de comunicación, la cara del esfuerzo, la cara callada de la ciencia, de
médicos y médicas que hacen su trabajo casi en una opaca intimidad y silencio
para hacer la vida de la gente más agradable, para hacerla más feliz. Viene
esto a cuento por uno de los últimos trabajos que de vez en cuando firma para
el programa Jordi Moltó –sabía que
era un trabajo suyo-, que tiene una innata capacidad para llegar al alma humana
y revolcarla en un mar de sensibilidad, que no de cursilería. El vídeo es
también un homenaje a la investigación, claro, y a la carencia de apoyos.
La historia es la
de Alberto, que jamás pudo beberse
un simple café sin que su mano temblara hasta hacerlo derramar, temblor
esencial o derivado del Parkinson. La CUN, la Clínica Universidad de Navarra,
privada, aplicó una técnica revolucionaria, la técnica de ultrasonidos de alta
intensidad guiados por resonancia magnética, técnica no invasiva y de efectos
inmediatos. El paciente, tumbado sobre una camilla, y tras un tratamiento de
tres horas en una especie de túnel parecido al usado para hacer un TAC
–perdonen mi absoluto desconocimiento científico y terminológico- salió de allí
y se bebió como un niño asombrado y lloroso su primer vaso de agua sin
temblores. Quede constancia aquí de la neuróloga Mari Cruz Rodríguez y del neurocirujano Jorge Guridi y su equipo.
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