Proyecto
Évole
(Artículo publicado el domingo, 17 de marzo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
En realidad se
llama Proyecto Arkano, pero Arkano es
sólo un rapero que tiene cerca de 200.000 seguidores en Twitter y seguro que
otras cifras mareantes en otras redes a las que ni siquiera me voy a asomar. Es
más, Arkano es en realidad Guillermo
Rodríguez, pero seré serio, ¿qué rapero de los mejores en la categoría de
“freestyle”, ganador con 15 años de la batalla de gallos en 2009, y ahora presentador de Ritmos urbanos en La 2 se llama Guillermo Rodríguez? Sin embargo,
si soy tramposillo sin llegar a la mentira como el maestro de fulleros Pablo Casado, si pongo el cebo en el
titular como hacen los de Sálvame
para que las moscas revoloteen sobre el pastel, y en vez de Proyecto Arkano digo que el proyecto es
de Évole, la cosa cambia. No es
mentira, pero tampoco verdad. Proyecto
Arkano es el nombre del programa que estrenó La 1, después de la emisión de
Hospital Valle Norte, ese fracaso –poco
más de un millón de espectadores y un 7% de audiencia-, hace dos lunes. Y Producciones
del Barrio es la productora de Jordi
Évole que firma el programa. Todo encaja. Coincidiendo con el encendido
debate en torno al feminismo –que si soy femenina pero no feminista, según las
damas Tita Cervera, en plan baronesa
que lo vende todo como una “delicathyssen” cultural con cara de muñeca lustrada
de caros potingues para atirantar los años, o Isabel Rábago, la pizpireta señora del PP experta en crónica rosa,
o el feminismo equidistante de doña Inés
Arrimadas, líder ciudadana que parece tener sangre de horchata cínica que
sólo se puede combatir con extractos de pastillas para la tos, por ejemplo-, se
estrenó Proyecto Arkano, formato que
aborda diferentes asuntos sociales tratados desde el punto de vista de seis
jóvenes que cuentan sus experiencias, opinan sobre lo que les rodea y miran las
actitudes de la sociedad sobre esos asuntos. Machismo y feminismo fue el tema
elegido en el estreno, y no, no echaron mano de la ortopédica momia Carmen Lomana para ver qué pensaba
sobre esto ya que hay un dios gamberro que dirige la mente de la tele que hace
que la saquen para que opine sobre el yugo, la flecha, sí o no al chocolate
blanco, las mordeduras de la serpiente viuda y sus efectos sobre las cabezas de
quienes ya llevan entre sus dientes la papeleta que echarán en la urna para el
señor del caballo o, por favor, que alguien me dé el antídoto y conocer la
puerta de salida antes de que me pillen sus labios adormilados por la
triquinosis del botox, que ella irá a las manis del Día de la Mujer cuando haya
un Día del Hombre. Por favor, la pastilla, ya, urgente.
Antifeminista
repipi
A lo que vamos. Los
chicos y chicas de Proyecto Arkano
alertaron del descarado, soez y pachanguero machismo que se cuela en la
pantalla de la tele o del móvil cada vez que un capullo con gorrita ladeada,
tocándose el paquete y poniendo los dedos así, como con artritis, da rienda
suelta a una música –perdonen el atrevimiento, ¿música?- llamada regaeeton-. Estos
jóvenes defienden que la clave para salir del lodo machista es obvia, la
educación, y que los juguetes infantiles no son tan ingenuos e inocentes como
parecen a primera vista. Tonterías, dice una “youtuber”, bloguera y artista
conocida en el mundo caballar y del saltamontes úrico llamada Sofía Rincón, señorita que se considera
a sí misma –dígase como lo dirían Martes y Trece, “asíbisba”- provocadora, malota,
lo que viene siendo una “enfant terrible”, una especie de Salvador Sostres sin tanta papada y con los labios de riguroso
carmín. A la joven la he visto esta semana en varias teles, y sofoca, la verdad
es que sofoca y repele por su afán redicho, cursi, pedante y muy, muy repipi.
La he visto en La Sexta noche, donde
con cara tiesa de palo quemado, altiva y encantada de ser la mala de la clase,
decía que “desde Franco las mujeres no recibían tantas órdenes. Sois unas
dictadoras”, espetaba a una asombrada Angélica
Rubio. Y la he visto en Todo es
mentira, donde no dijo ninguna barrabasada porque Risto Mejide, hasta el huevo de la derecha de tanta gilipollez, la
mandó a casa, a ella y a su personaje, el de antifeminista que lo pasea por las
cadenas que le dan cancha. Es agotadora.
¿Conejos,
del Opus?
Tampoco estaría
mal tener en cuenta a Eva González,
que le dijo a Cristina Pardo en Liarla Pardo que a ella no le tose nadie
porque, como Aznar con el vino, puede
decidir si es modelo, azafata de Fórmula 1, prostituta, cantaora de bingo, o
echadora de cartas a tiempo completo. Y como me he comprado un jarrón en el
chino para escupir en él las regurgitaciones, repentes, disquisiciones y bilis
varias, además de los chistes de la presentadora de La voz, he reservado un hueco para echar domo merece las vomitonas
que me causa Benjamin Netanhayu cada
vez que excreta su boca, siendo la penúltima una diarrea cargada con artillería
de odio y gasolina racista, un hooligan peligroso que dice, ante las próximas
elecciones, que “Israel sólo pertenece a los judíos, no a todos sus
ciudadanos”, el muy canalla. Los seis jóvenes de Proyecto Arkano, Rakso, Laia, Judit, Bruno, Cristina y Óscar, excelente televisión pública a una hora disparatada que mete
la zanca pasadas las doce de la noche, y que en su segunda entrega esta semana
han tratado el sexo -¿podrían averiguar si Pablo
Iglesias e Irene Montero son
conejos o del Opus?-, el amor múltiple, la fidelidad, deberían de ponerse
intensos y dilucidar cuánto puede flexionarse, inclinarse, humillar la testuz,
y reivindicar el papel de súbdito –como la otra ser puta- de un presidente
andaluz, Bonilla, para demostrar
ante Felipe VI que es más monárquico
que Pérez Reverte, que es
“republicano de corazón y monárquico de razón”, a ver quién supera esto. ¿Han
visto la foto de Juanma con el flequillo limpiando las alfombras de palacio en
su recepción real? Joaquín Reyes
retrató al personaje en El intermedio
el miércoles. Qué lejos quedan los palacios y su significado si uno escucha a
los chicos y chicas de Proyecto Arkano,
que por cierto, es de una belleza formal tan potente como el mejor Salvados, lo que de nuevo remite a
Évole.
La guinda
Ramón
Lobo
Acude Ramón Lobo
a Los desayunos de La 1 para hablar
de su último libro, El día que murió
Kapuscinski, algo más que un sugerente y acertado título. En él cuenta,
gracias a un oficio machacado por los propios periodistas, los conflictos
mundiales que cerraron el siglo XX y abrieron el XXI, el de Siria entre ellos.
Qué placer escuchar a periodistas de esta categoría, buenos en todos los
sentidos, como sugería el maestro Kapuscinski.
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