Idai
(Artículo publicado el sábado, 23 de marzo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
No rebusque en
su archivo. Idai no es un absurdo concursante de cualquier concurso de
talentos, patanes, cocineros, costureros, o reposteros. Idai, a estas alturas
del desastre, es una vergüenza mediática. Idai es el nombre dado a uno de los
ciclones más devastadores que se han producido en países como Mozambique,
Zimbabue y Malaui, horror sobre la catástrofe endémica, drama y muerte sobre el
drama y la penuria. Hasta ahora cuentan las crónicas más de 375 muertos y más
de un millón de criaturas afectadas en un grado que ya alcanza lo superlativo,
lo insoportable. Y aún no se ha completado el balance porque aún hay pueblos
sepultados bajo el agua de las inundaciones. Es verdad que a casa han llegado
imágenes de la desgracia, que hemos visto a gente subida a los tejados que aún
quedan en pie esperando una ayuda remisa y dificultosa, y que algún día los
informativos abrieron con el suceso.
Los organismos
humanitarios internacionales, desde la ONU a la OMS, apelan a una inmediata solidaridad
para paliar con urgencia la magnitud del desastre. Y aquí viene ahora la
realidad. Es lo de siempre. Apenas tenemos conciencia de esa magnitud porque
los medios de comunicación están en otra cosa y nos martillean con patanes de
concurso o con cantantes de saldo o con cocineros de los que llegamos a conocer
hasta si eructan de noche. Y, sobre todo, están liados con esa vergüenza, esa
riada amarilla de lazos que se quitan, se ponen, se repintan, o se cortan en
efectos teatrales ante las cámaras, y no hay día que al marrullero Quim Torra no se le ocurra otro
delirio, otra necedad, otra puesta en escena. Idai arrasó países, pero no puede
con los tontos y la desvergüenza.
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