Está vivísimo
(Artículo publicado el jueves, 4 de octubre, en diarios del grupo EPI PRESS)
Vaya que sí. Más
vivo que unas pascuas, más alegre que unas sonajas, más joven que un concurso
de patinadores. Estoy vivo volvió a
La 1 y no sólo no defraudó sino que dejó claro que detrás hay un sólido equipo
a cuyo frente está Daniel Écija que
sabe sacarle partido a los actores, a la idea –suplantar a un policía muerto en
tu cuerpo pero no poder decir que eres el otro-, a la forma de contar la
historia, a la parte dramática, a la cómica, a los efectos especiales. Javier Gutiérrez vuelve a demostrar que
es un actor discreto que no necesita de grandes histrionismos para defender su
personaje. Alejo Sauras, El Enlace
–entre el más allá y el acá- ha vuelto a su bizarra –valiente, esforzada- angelical
ingenuidad. Lo borda. Es un autómata sentimental que va aprendiendo las
reacciones humanas a golpe de práctica.
Con la aparición
de la, hasta ahora, desconocida esposa del policía Márquez –Gutiérrez-, la
trama ha dado la vuelta. Y se ha puesto a echar fuego. Es un producto potente,
una ficción bien armada, una historia loca que te atrapa y que cumple con la
ley literaria que dice que por más descabellada que sea una narración si lo
haces verosímil en el mundo creado no hay problema de falta de credibilidad. Si
los personales de García Márquez
gravitaban a ojos vista y ningún lector podía dudarlo, ¿por qué los personajes
de Estoy vivo no pueden ir del mundo
de los vivos al mundo celestial con sólo apretar el botón de las puertas del
otro lado para que aparezca la jefa de allí, Julia Gutiérrez Caba, y te lo tragues con delectación de bebedor
empedernido? Ya tiene La 1 que ir pensando en el sí a la tercera temporada. Ya
digo, Estoy vivo está vivísimo.
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