Ana Blanco, 28 años
(Artículo publicado el martes, 16 de octubre, en diarios del grupo EPI PRESS)
No es toda una
vida, no al menos la mía, que supera con creces la cifra de 28, pero casi. Se
puede decir que Ana Blanco es de la
familia. Ha sobrevivido, y ahí sigue, a tornados en la dirección de RTVE, a
cataclismos políticos que llegaban de la Moncloa, a lluvias pertinaces y
heladas que dejaban las alfombras como un desierto de témpanos en los pasillos
de TVE. Pero Ana Blanco, inmutable, de media sonrisa, Mona Lisa catódica que
sirve impávida para un roto y un descosido, ha creado escuela sin parecer que
la ha creado, es decir, un triple salto mortal que siempre cae de pie. Son
años, bastantes años, al frente del Telediario
hasta el punto de que Ana Blanco es el Telediario.
La dirección de TVE jamás la echó de la pista, fuese quien fuese el jefe, y la
vasca ha visto pasar ante su melena egipcia –da igual cómo se corte el pelo,
ella es una faraona- a mogollón de peña clínex con despachos de relumbrón que
acabó en la cuneta.
La han llevado
de la noche al mediodía, y del mediodía a los especiales gordos, a los de
prestigio, a los que sólo una enorme profesional como esta señora es capaz de
solventar sin despeinarse. ¿Cuál es el estilo de Ana Blanco? No lo sé, pero sí
cuál no es. Ahora, al enterarnos de que la Academia de las Ciencias y las Artes
de Televisión le ha concedido el “Premio a la Trayectoria Jesús Hermida” es
cuando uno se pregunta cómo no lo ha recibido antes para estar junto a nombres
indiscutibles del periodismo televisivo como Rosa María Calaf, Rosa María
Mateo, José María Íñigo, Hermida o Paloma
Gómez Borrero. Alcanzar el
prestigio que tiene esta mujer es un regalo labrado por ella misma. Impasible y
de nuevo egipcia, por casi esfinge, ha logrado el respeto y la credibilidad.
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