Élite es élite
(Artículo publicado el sábado, 27 de octubre, en diarios del grupo EPI PRESS)
No soy un
adolescente, incluso creo que jamás fui un “teenage” al uso, pero sí que me han
metido en el coco la sensibilidad, los líos, las ambiciones, los amores y
pasiones, lo maniqueo de Élite, la
serie de Netflix que me he tragado sin rechistar desde el capítulo uno al ocho
de esta primera temporada. A un colegio de adolescentes ricachones –por
supuesto con padres corruptos cuya fortuna no es trigo limpio- llega un trío de
pobres becados –una musulmana, un camarero, y un chulito buscavidas- que son el
hazmerreir y la diana de los altivos pijos. Pero las cosas van a cambiar en
cuanto el aceite se mezcla con el agua de este micromundo de arquetipos, y ese
retrato mil veces visto empezará a descomponerse con los matices, con la
magnífica evolución de los personajes, con la intriga de saber quién ha matado
a la protagonista.
Cada uno de los
personajes –acertada elección de actores- tiene razones para acabar con Marina,
rebelde hija de un matrimonio enfangado en las corruptelas de la construcción. Creada
por Carlos Montero y Darío Madrona, Élite eleva de nuevo la ficción online en España a niveles donde se
codea la élite mundial. No hay capítulo, dirigida la historia por Ramón Salazar y Dani de la Orden, que te deje indiferente. Prejuicios que poco a
poco se desbaratan, de un lado y de otro, diálogos vibrantes, tórridas escenas
de sexo, un montaje brillante, una música que potencia pero no agrede, y unas
interpretaciones creíbles y eficaces –buenísima la mala de telenovela Dana Paola-, Élite aborda asuntos delicados con una naturalidad admirables –las
tramas de Omar Ayuso, Omar, camello,
gay, y musulmán, son ejemplo-. ¿De verdad que aún hay quien dice, bah, es
española?
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