sábado, 13 de agosto de 2016

Maldeojos. Sin bolsas



Sin bolsas
(Artículo publicado el domingo, 31 de julio, en diarios de EPI PRESS)

      Los campos de Marruecos, el acceso a las ciudades, las cunetas, los alrededores de las estaciones de tren, las playas, y los jardines, son lugares con visitantes comunes que se ven al norte, desde Tánger a Nador, en el sur, desde Figuig a Agadir, o en el centro, de Marrakech a Essauira. Son las bolsas de plástico. Bolsas negras que lo invaden todo y que hacen del país, y no me extraña, el segundo consumidor del mundo, sólo detrás de EEUU. Quien conozca el país vecino, aunque sea un poquito, y aunque las líneas de arriba sean un poco exageradas, saben de qué hablo. Cuando vas a un zoco, cuando vas a una tienda, cuando te dan las aceitunas para la ensalada o te pesan las especias en esa tiendecilla de la medina de Fez, de Asilah o de Tarudant, te dan la mercancía en una bolsa negra, que la gente tira a la basura, a la calle, o al campo. Sobre todo al campo.

     El Gobierno, presionado por el rey Mohamed VI, dictó una ley el año pasado que entró en vigor el 1 de este mes. Se prohíbe producir, importar, exportar y comercializar bolsas de plástico, con multas astronómicas para quien no cumpla la norma. Lo nunca visto. Es una auténtica revolución. Detrás, la próxima cumbre del clima que se celebrará después del verano, en Marrakech. Hay que dar buena imagen internacional, y ver desde el tren o el autobús los campos abonados con millones de bolsas de plástico no es compatible con la apuesta institucional. Si la ley acabara cuajando en las costumbres marroquíes y la gente no tirara las bolsas a la calle como el que tira cáscaras de pipas, la revolución es de las gordas. Algo así como que Mercedes Milá, tras 16 años, no siga presentando un mojón llamado Gran Hermano. O más, quizá sea más que esa idiotez.






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