viernes, 12 de agosto de 2016

Maldeojos. La evidencia



La evidencia
(Artículo publicado el domingo, 30 de julio, en diarios de EPI PRESS)

      Son datos que a un espectador medio no le interesan, no está en ellos. Ni siquiera sigue la evolución de las audiencias. Esa parte de la televisión no va con él, es una trastienda lejana, aburrida, sin interés. Hablo de eso, de los datos de audiencia que cada día, casi al salir el sol, ya están bailando sobre la mesa de los altos ejecutivos de las cadenas, o en la pantalla de sus aparatos electrónicos, donde sea, pero seguro que amargándoles el café de la mañana o abriendo otra botellita de cava. Telecinco lleva un porrón de meses en la cresta de la ola, enlazando un triunfo tras otro, superando a la competencia sin esfuerzo, y sus resultados engordan la faltriquera de los accionistas a los que, estoy seguro, les da asco su propia programación, un asco soportable y encantador siempre que sea rentable. Lo es. Telecinco empalma un concurso hediondo con otro aún peor.

      Y su audiencia, por ellos, y por programas de parecido tufo, ma-ta. ¿Qué ocurre cuando esa apestosa pantalla deja de expeler porquería en forma de tipos que ganan un pastón como Supervivientes o dejan de convivir en el habitáculo irrespirable de Gran hermano? Pues lo que pasó siempre, lo que está pasando ahora. Que desde que dejó de emitirse el último mojón presentado por Jorgeja, creo que en bermudas, las audiencias no son las mismas. Ni siquiera estrenos chuscos, muy estilo Telecinco, como Quiero ser, lo de Sara Carbonero, o series como El secreto de Adam alivian la sed de bazofia de los fieles de esa cadena. Sus “realities” son un filón para la banca de Mediaset. Sin ellos, su cadena madre es vencida por la competencia. Es todo tan evidente que hasta el clásico Harrison Ford como Indiana, mil veces repuesto, gana el pulso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario