viernes, 5 de agosto de 2016

Maldeojos. Lucifer



Lucifer
(Artículo publicado el sábado, 23 de julio, en diarios de EPI PRESS)

      Si Lucifer era así, que viva Lucifer. En la serie Lucifer, que emite Antena 3 los lunes, el diablo es Tom Ellis. Seguro que tiene rabo, pero no como el que nos dicen que tiene el demonio. El Lucifer de la serie Lucifer es un tío con una planta de edificio de cincuenta alturas. O más. Cuenta la historia del ángel caído, del señor del infierno que, aburrido de su trono y su reino, se va a Los Ángeles. Allí conoce a la detective Chloe Decker, que interpreta Lauren German, con la que empieza a colaborar para castigar a los malos, a los criminales. El esquema sigue la arquitectura del tebeo en el que se basa. El diablo regenta un local nocturno, Lux, de forma que tiene garantizados una serie de mínimos de la buena vida, alcohol, música, sexo. El crimen de una estrella pop a las puertas del local, y la entrada en acción de la detective, desencadenan en este ángel caído algo que se parece a los sentimientos humanos. Formarán pareja para dilucidar otros crímenes.

      Pero como no todo va a ser felicidad aparece el enviado de dios para comerle el coco y que vuelva al lugar que le corresponde, al infierno. Pero qué va, Lucifer le ha cogido el gusto a su nuevo cometido y no piensa volver al sofoco de las calderas. Ni hablar. En su nueva vida hay escenas donde un corral de señoritas en braguitas rodea al ángel malo, vive en una mansión con piscina climatizada, y se dirigen a él con reverencia y deseo. ¿Es Lucifer una buena serie? A mí no sólo no me gusta sino que me da sarpullido. Me resulta cargante, ñoña, cursi, relamida, de pose de revista. Y se me fijo en los diálogos, en el doblaje, me quedo loco. Malos es poco. Son peor. La panoplia de caras del guapo Lucifer es de revista de moda. Eso sí, habrá gente que vea la serie por si enseña el rabo.


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