Los silencios
(Artículo publicado el martes, 12 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
Me tragué
entera, sin respirar, la última entrega de Salvados,
ETA desde dentro. Ni el presentador ni el equipo de este programa conocen los
límites de hasta dónde se puede llegar, y los espectadores, visto lo visto,
tampoco. El programa último, el del domingo, el que cierra una temporada
magistral, demostrando que la televisión puede ser lo que se quiera que sea,
erigió un túmulo al periodismo en televisión. Repito, en televisión. El género
de la entrevista es uno de los más agraciados, uno de los que más me gusta a
mí, y cada medio le saca un partido distinto echando mano de las herramientas
propias de ese medio. La entrevista que le hizo Jordi Évole a Iñaki Rekarte
el domingo en La Sexta no hubiera sido igual en un periódico, en una radio.
Sólo la televisión, y tal vez sólo un periodista como Évole, elevaron a
categoría de cumbre la entrevista mentada.
Desde el minuto
uno en que el terrorista empieza a hablar te vas quedando así, como un gato
parado, sin saber si vas de caza o te van a cazar. El “soldado” de la banda de
criminales habló de arrepentimiento, de ligereza, de ovejas, de ceguera, de
héroes, de dolor, de la condición humana, del odio, de lo fatuo, de la
ignorancia, del amor, de la vileza, de las contradicciones, de cómo llegó un
momento en que sonó algo parecido a un clic en su interior y el ex jefe del
comando Santander, que mató a tres personas y que pagó sus crímenes durante 21
años en la cárcel, lo mandó todo a la mierda y dijo basta. La mirada de Iñaki,
como buscando un asidero en la de Jordi, y los silencios, los tremendo
silencios, te helaban la sangre. Y eso sólo es posible en la televisión, que de
nuevo hizo grande el periodismo haciéndose grande ella misma.
Un momento de la entrevista de Jordi Évole a Iñaki Rekarte, que fue jefe del comando Santander de ETA, asesinó a tres personas, cumplió sus 21 años de cárcel, y ahora habla de aquel tiempo atroz. Lo hizo en Salvados, La Sexta, en "ETA desde dentro", una de las entregas más dolorosas y necesarias del programa, que elevó el periodismo televisivo, distinto al de la prensa escrita o la radio, a una cumbre muy alta. |
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