miércoles, 27 de mayo de 2015

Maldeojos. Así de claro



Así de claro
(Artículo publicado el domingo, 24 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

      Así son las cosas y así se las hemos contado. ¿Recuerdan? Era la época en que Jesús Hermida dirigía Antena 3 –1992, 2003-. Así son las cosas y así se las hemos contado fue la frase con la que Ernesto Sáez de Buruaga despedía sus informativos cada noche. La frase surgió por casualidad. Ha dicho Buruaga más de una vez que fue Hermida el que le pidió que despidiera su informativo con algo ingenioso que la gente reconociera. Le puso como ejemplo lo que decía un grande de la información yanqui, buenas noches y que Dios les bendiga, soltó don Jesús dando cabezazos y relamiéndose el labio, volcado sobre sí mismo. No, por favor, dijo Buruaga, si me despido diciendo que Dios les bendiga me acribillan. Lleva razón. Yo lo hubiera acribillado. Y sobre la marcha, como el que se tira al vacío, esa misma noche despidió el informativo diciendo, buenas noches, así son las cosas y… no sabía cómo seguir, hasta que soltó, y así se las hemos contado. Hizo fortuna. Pero enseguida se le agrió la sonrisa. Su informativo era tan tendencioso, tan de derechas, tan de Aznar y el PP, que atufaba. No hacía falta mucho para darle la vuelta a la frase y ajustarla a la realidad en la también coletilla famosa, y popular, así no fueron las cosas, pero así las hemos manipulado. ¿Recuerdan? De nunca me han gustado estas cosas o, dicho de otro modo, como diría el profundo y siempre divertido Mariano Rajoy, tal vez no me gustan los saludos o despedidas que no me gustan. Porque en estas cosas influyen tus manías. Me repatea que Anne Igartiburo se despidiera diciéndonos “hasta mañana, corazones”. ¿Corazón? Yo no soy tu corazón, guapa. Me entraba un berrinche del carajo. Igual que jamás seré “amiguete” de un menda como Santiago Segura, el gran hipócrita, el señor de los gestos postizos, el que abre los ojos, mira a cámara, hace como que sonríe, y pone el pulgar mirando hacia arriba, que no, que ni “hola, amiguetes”, ni leches, a otro con ese cuento. Claro que, contradictorio que es uno, sí me gusta, y me gusta porque creo que es así, que El Gran Wyoming me salude cada noche con su “ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad”.

Fracaso rotundo, sin paliativos. El estreno de Así de claro, el lunes, apenas llegó  al 6% de cuota de pantalla. Una vergüenza. La manipulación y el descaro empiezan a tener consecuencias. Lo de Ernesto Sáez de Buruaga, metido en La 1 saltándose todas las normas de la casa, que dicen que un programa de informativos no puede estar guisado por gente ajena a la casa -decir que Así de claro no es del área de informativos sino de entretenimiento es seguir considerando a la audiencia tonta del culo, gilipollas total, una mierda pinchá en un palo-, en fin, digo que lo de Ernesto Sáez de Buruaga, tal como me temía, fue una cosa tendenciosa, rancia, sin pluralidad, mortecina, una basura de programa.


Todas las prevenciones

    Lo digo así de claro, como dice con sus dientecillos apretados y su sonrisita de muñeca diabólica, Mariloli Cospedal. Lo digo así de claro. Las querencias o rechazos de la tele a veces no están basados en concreciones sino en sensaciones. Ernesto Sáez de Buruaga no me da tiricia, como sí me la produce Pedro Carreño, el señor de porcelana que lee las noticias del fin de semana en el Telediario de La 1, quizá por su carita como de niña empolvada, quizá por sus perfilados labios de niño repipi, repelente, quizá por nada, no sé, que no me gusta, pero aunque la presencia de Buruaga ni me da frío ni calor, genera en mí algo peor, genera prevención, no me da confianza, y eso en un periodista es un virus letal. Buruaga pasó por La Cope, y en Telemadrid ejerció de gran mamporrero de Esperanza Aguirre, y ahora vuelve a la televisión pública, a La 1. Qué quieren que les diga. Todas las prevenciones son pocas. Así de claro. Así de claro es el nombre del programa. ¿Para presentar un espacio sobre coches antiguos, sobre los beneficios de las aguas termales? Por favor. Buruaga moderará un debate político, y nada de arrinconarlo en la madrugada soñolienta del miércoles, tras la alicaída Águila roja o la vibrante Fronteras al límite, es decir, rondando la una, no, ni mucho menos, Así de claro es una apuesta clara por la política en horario de máxima audiencia. Pero ya lo digo yo, señores mandamases de TVE, han hecho del medio un medio tan desprestigiado y loco que no se comerán un rosco. Y, como dice Francis Gallardo, de El chiringuito de jugones, cuyo teatro y frase con el dedo tieso mirando a cámara, ha hecho fortuna, lo sabes.


Perderá el pulso

     Así de claro perderá el pulso el lunes frente al estreno de Pekín Exprés –Antena 3 ha movido Vis a vis, la exitosa y vibrante serie que protagoniza Maggie Civantos a los jueves para que se pelee contra el estreno en Telecinco de Anclados, otra de humor para que nadie eche de menos a La que se avecina-, con una Cristina Pedroche que dará mucho juego por esas chinas de dios porque la chica tiene salero y seguro que no echaremos de menos a Raquel Sánchez Silva. Al menos han tenido la decencia de estrenar Así de claro después de las elecciones municipales y autonómicas. ¿En serio que es por decencia, o por no meterse en líos al proponer temas o descartar otros en función del beneficio al Partido Popular y al Gobierno? Sé que es una intuición, que aún no ha pasado, que es una opinión, pero este zorro es viejo y sabe que de aquí a las generales TVE será una máquina que eche humo. Ya lo hace. Lo que me deja amorrado, palabra que usa mucho mi admirada mala María Bouzas como doña Francisca en El secreto de Puente Viejo, es que ningún partido político de la oposición, ninguno, lleve al centro del debate y la denuncia permanente la manipulación informativa al servicio del Gobierno y del PP, un descaro sin precedentes en un tono servil que resulta cómico y descorazonador, como cuando hace unos días, en la última sesión de control al Gobierno, elevando a categoría de noticia lo que no es más que una obviedad del juego partidista, el Telediario del mediodía dijo que Rajoy había recibido de los suyos un aplauso tan cerrado que duró más que otras veces. Así un día, y otro, y otro. Pero yo no veo cabreado al PSOE, a Pedro Sánchez pidiendo cuentas, no escucho a Pablo Iglesias, tan preocupado por los medios de comunicación, lamentarse tirándose del moño, ni he escuchado una sola queja saliendo de la boquita de Albert Rivera, y eso que el joven engreído va por ahí pidiendo a todo el mundo papeles firmados para empezar a hablar con él, qué tío. Pues bien, a este ambiente sin prestigio ni independencia llega Buruaga. No es casual que sea él, y que llegue. Así de claro.

La guinda

Grititos
Si lo dice José María Íñigo, que es un experto en muchas cosas, un hombre cabal de la tele, y desde que murió el plasta José Luis Uribarri la voz de Eurovisión en TVE, uno se calla y consiente. Dice el maestro Íñigo sobre la canción que este año soltará Edurne en Viena que una vez que dices “los grititos” apenas queda nada. Eso no es una crítica. Eso es una bomba que se lleva por delante a la rubia, a los grititos, y al tigre del vídeo. 

La grititos. Ieioooo, Ieiooooo. Un poco más y tiene el honor de ser la última. No importa. Quizá el año que viene lo consigan.

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