Potemos
(Artículo publicado el jueves, 2 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Cuando en la
tele se ponen cursis no hay plasma que sujete las babas. Cuando Malú se pone poética no hay pastilla
que retenga la pota. No veo La voz
por principios, igual que no veo ninguna edición de Gran Hermano por dignidad, así que no retengo el nombre de ningún concursante
de ningún concurso. Dicen que La voz descubre
talentos en bruto cuyas cualidades artísticas son pura dinamita. Recuerdo que La voz es de Telecinco. Y a Telecinco le
importa la música y su circunstancia una mierda. Apostó por este formato, hizo
sus arreglillos seleccionando trigo y paja al mismo tiempo, y sonó la flauta.
Lo mejor de esta edición es que ya no está el farsante David Bisbal, mari gestos exagerado y huero.
Tampoco está Rosarillo, por dios, qué hartura de
tanto arte que no se puede aguantar y chorradas por el estilo en una panoplia
de frases repetidas, también hueras y ridículas. En lugar de ambos, Alejandro Sanz -¿tan mal le van las
cosas?- y Laura Pausini, creo que la
más sensata del jurado porque a Antonio
Orozco también se le va la pinza. La otra noche uno de los aspirantes fue Damián, el padre Damián, el cura al que
la cadena ¿obligó, aconsejó, sugirió, impuso? ponerse el alzacuellos para dar
espectáculo, que un cura “hipster” es la bomba, tiene más morbo y todos salimos
ganando. Dicho y hecho. El cura cantó con el culo. Pero el jurado, al saber que
era misionero, entró en trance. Orozco le pidió confesión. Pausini aseveró que
si estaba allí era para profesar la palabra de Dios. Y Malú, la mística, dijo
que era muy valiente por cantar al amor universal. ¿Ven? Telecinco lleva la
música en su cuenta corriente. Y yo, con la pota fuera.
¿Tan mal está la cosa que Alejandro Sanz ha dicho sí para ser jurado de La Voz? Metido en ese molinillo, sus aspas son implacables. Ya anda diciendo paridas para acaoger o descartar a sus pupilos. |
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