lunes, 20 de abril de 2015

Maldeojos. Modernos y antiguos



Modernos y antiguos
                               (Artículo publicado el domingo, 19 de abril, en diarios de EPI PRESS)

      Hay que ver lo que son las cosas, o cómo las ve uno. Uno mira a Albert Rivera, el Albert que no quiere tener en Andalucía Antonio Sanz, un etcétera que rezuma gomina y trazas de señorito pijo, por llamarse Albert y por ser de un partido que se llama “Siutadán”, dicho así, con arte y gracia, con mala leche y me cago en tu puta madre, qué cojones te crees, qué coño es eso de llamarse Albert, y en Andalucía, joé. Antonio Sanz es un etcétera al que el PP premió dándole la delegación del Gobierno en esa Andalucía estúpida y bruta, cerril y elitista que sueñan gañanes como el mentado. Uno mira a Albert Rivera, que está ocupando el sitio en la tele que hasta hace unas semanas tenía Pablo Iglesias, y lo compara con la apariencia pura y dura, y con el fondo y la forma de Mariano Rajoy, y parece que comparemos el siglo XXI con la Edad Media. Lo mismo podríamos decir si comparamos a Teresa Rodríguez, de Podemos de Andalucía, con Dolores de Cospedal o Esperanza Aguirre. O a Alberto Garzón con la soberbia y altiva Rosa Díez, en cuyo partido apenas van quedando ELLA y su EGO. Unos dan sensación de frescura al margen del contenido, otros antes de abrir la boca ya resultan cansinos, antiguos, superados, trasnochados, hollando la misma paja mil veces hollada. Traída la sensación a la televisión, siento que, aunque Antena 3 es lo que es, una televisión generalista, que busca su negocio en la gente corriente, en el consumidor medio, ha dejado atrás a Telecinco, que parece anclada, embebida, trasnochada, antigua y hollando la misma paja mil veces hollada. No hablo de audiencia, que la cadena de Mediaset lleva líder siete meses, hablo de otra cosa, hablo de ese tipo de percepciones que el tiempo va confirmando. Antena 3 echa el ancla en nuevas aguas, incluso sigue intentándolo con formatos que le son ajenos –Casados a primera vista-, pero Telecinco no sale de Gran Hermano y Supervivientes, es decir, programas de convivencia teledirigida con seres estrambóticos, o de charcos pestosos y ordinarios como Sálvame, o sea, “reallities”, corazón, o marranadas como Mujeres y hombres…

Casi siempre que Rosa Díez ve una cámara sonríe, sobre todo si no quiere responder a lo que le preguntan. Es una vieja zorra de la política, donde lleva toda su vida. Pero esa sonrisa nunca me la he creído, nunca. Me creo más expresiones como la de arriba. Llamadme loco, pero es así. Por eso la señora se encuentra en su salsa siendo adversaria con sus iguales, con los políticos de siempre, y tan desubicada con los nuevos aires.

Resines, obispo
      Estamos ante un modelo prometedor frente a otro agotado. Fíjense si Antena 3 parece moderna y fresca que hasta Isabel Preysler, que no ha pisado un plató desde que la Dama de Elche tuvo su primera regla, eligió El hormiguero para echarse unas risas con Pablo Motos. Ese mismo día hacía Allí abajo una audiencia que superaba los cinco millones y Aquí Paz y después Gloria en Telecinco un 9’9%, menos de dos. ¿Conocen Aquí Paz y después Gloria? Es la serie donde Antonio Resines hace de obispo, aunque el obispo es su hermano, asistido por otra pata de Los Serrano, Antonio Molero, que hace de asistente tarado del obispo, digo tarado porque cuando ve en la cama a una gachí estilo José Luis Moreno restregándole el mondongo al obispo, en braguitas y sujetador, el obispo le dice al asistente que no es lo que parece, que en realidad la chica acudió a su cuarto porque necesitaba ayuda espiritual, y el asistente, cretino, va y se lo cree. En este nivel de humor se desarrolla la acojonante serie, una serie que sabe y huele a naftalina, a chiste basto, grueso, a humor ramplón, machista y predecible, una serie que pretende hacerte reír y sólo consigue que te cabrees y salgas cortando por si los guionistas de Resines atacan con otro gag, quizá como ese en el que, de nuevo, vemos al obispo Resines, al asistente Molero, a uno con un perro, y a la gachí en bata pero con las tetas a la altura de la nuez, diciendo que se la lleva, a la gachí, al cuarto, para que rece el rosario. Juro por el diablo de los guionistas que así pasó. No exagero. Por su parte, Antena 3 estrena la segunda temporada de Sin identidadMegan Montaner hace de niña robada, Verónica Sánchez de hermana usurpadora de Megan, Tito Valderde de tío sin escrúpulos de la protagonista- y hace más de 3 millones de audiencia, y eso que Telenabo volvió a emitir Avatar, la de Ridley Scott. Por cierto, que me investigue Paolo Vasile a ver quién hay detrás de mí para hablar tan mal de su conejera. Lo digo porque su fábrica de purines contrató a una empresa para averiguar por qué en las redes sociales la imagen de Telecinco es tan negativa, sobre todo a raíz de la expulsión de Jesús Cintora de Las mañanas de Cuatro, como si para abominar de Telecinco hubiera que buscar fuera las mil razones que tiene dentro su propia y anquilosada programación. 
¿Escenas de matrimonio? ¿Otra de José Luis Moreno? Quiá. Telecinco, que ha tirado la casa por la ventana y ha llamado a Antonio Resines y a Antonio Molero para hacer una de risa, y les ha salido esto, un obispo que no es obispo, más salido que el rabo de un cazo, y unas señoritas en sujetador que están todo el día en la cama "para rezar el rosario" con el obispo, mientras le restriegan el varufakis al Resines. Demencial. Antiguo, necio, machista y sin gracia. Tanto, que la cadena la ha retirado de la circulación de la hora de máxima audiencia. Hablo de Aquí Paz y después Gloria.


Conclusión
La otra mañana, en Espejo público, Susana Griso invitó al sociólogo Ignacio Urquizo para que explicara la tendencia de las encuestas, que dicen que por vez primera en este país cuatro partidos, cuatro, están tan igualados que cualquiera, con pactos, podría ser el partido gobernante. El experto dijo que, al margen de contenidos, y sobre todo el PP, y sobre todo sus dirigentes, siguen anclados a una forma de hacer política superada, una sensación provocada por comparación con los nuevos partidos, con gente joven, caras nuevas, y discursos renovados. En el mismo programa, a raíz de unos encuentros sobre economía de Podemos en el Hotel Ritz, los periodistas le preguntaron a Pablo Iglesias algunas cuestiones, pero el político, con ese gesto de tío sobrado, displicente y altivo, eludió las preguntas –como la vieja casta política- y cuando, ya en la calle, una reportera quiso saber qué tenía su candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid que no tuviera Cristina Cifuentes o Ángel Gabilondo, así, sin mirarla, sin dejar de andar, con la mirada traspuesta y el verbo cargado, contestó como un Felipe González o Aznar, que hablan citándose a sí mismos, honradez. ¿En serio que Cifuentes y Gabilondo no es gente honrada? ¿O el joven Iglesias ya habla como un adocenado político de esos del “y tú más”? Moraleja. En televisión está claro lo nuevo y lo viejo. En política… A ver si lo bueno de los nuevos es haber espabilado a los viejos mientras ellos se quedan colgados en su ensimismada masturbación, como viejos verdes. 

Pablo Igesias representa el nuevo aire en la política, pero a veces, en cuanto le aprietan las clavijas, suelta un tufillo a cosa vista, a hechuras de viejo verde de la cosa pública, a resabiado que usa las mismas armas que ha criticado, como Telecinco, que para hacerse la moderna viste a Resines de obispo y le pone a una gachí para que vaya por su casa en sujetador, enseñando pechuga. A ver si lo bueno de los nuevos, su legado, es haber espabilado a los viejos.


La guinda
Queda rato
 El jueves sacaron las cadenas de nuevo sus equipos y plantaron sus unidades móviles en mitad de las calles. Unos reporteros frente a la casa de Rodrigo Rato, ese faro al que el PP le cantaba en pleno la canción del mejor ministro de economía de la democracia, otros frente a su despacho de 200 metros. Mientras, en los pasillos del Congreso, los del PP huían de las cámaras como gatos del agua. Les queda Rato para rato.

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