lunes, 27 de abril de 2015

Maldeojos. El Gobierno y la tele



El Gobierno y la tele
                    (Artículo publicado el domingo, 26 de abril, en diarios de EPI PRESS)


       Vaya, vaya, vaya. La que se avecina. No es el nombre de la serie de Telecinco, es la que se barrunta en TVE, otra vez. Esta gente no para. No está contenta. Creo que el lector sabe que por esta gente me refiero a La Moncloa. Están nerviosos. El año trepida que da gusto. Y terror. Se acaba el pastel. Si llegamos a mediados de año y el cuento del pan y los peces de la economía no acaba de llegar a las neveras de la peña, y la corrupción en el PP es lo cotidiano, malo, muy malo. Y como hay muchas vías que tapar, el Gobierno, el PP, y sus allegados, no dan abasto cerrando agujeros. Algo hay que hacer. Ya. No haré una pregunta que ni yo mismo respondería si no fuese por la bendita Wikipedia. Así que la hago sólo de manera retórica. Desde que llegó Rajoy al Gobierno, -parece cosa de demonios, pero sólo lleva tres años y medio-, ¿cuántos directores generales de RTVE han pasado por la Corporación, cuántos directores de TVE sufrimos, cuántos relevos de peso ha habido en informativos, en áreas calientes como economía, política, exteriores? Yo tampoco lo sé sin consultar. Lo de menos es el número. Lo que alarma es el hecho en sí. ¿Por qué tanto cambio y tan seguido, si en televisión los cambios no se pueden dar de la noche a la mañana? Por la impaciencia de quien cree que la televisión pública es un servicio, pero del Gobierno. Los gobiernos autonómicos piensan igual, y actúan en consecuencia. Luego nos asomaremos a la verja para ver lo que se cuece en la olla de la tele murciana, otra máquina que ha de ponerse a hervir como una loca porque el mes que viene la gente volverá a las urnas y, enarbolando el voto como un látigo, hay que dirigírselo al casillero correcto.
Le quedan tres telediarios al frente de TVE. Es José Ramón Díez. No le ha dado tiempo ni a calentar el sillón. Pero el año electoral es un ciclón. Y el ambiente no pinta bien. La tele pública tiene un objetivo, como todos sabemos, servir al Gobierno. Y el servicio ha de ser a muerte, sin matices, con toda la máquina trabajando. Así que si este director no vale, se busca otro. Ya.

Premio o castigo

Hace nada se nombró a José Ramón Díez director de TVE, pero se ve que su impronta no es la que esperaban los que se consideran dueños del cortijo. Las cuentas no les salen porque las encuestas van como vacas sin cencerro. Ya digo, son muchas piqueras que tapar. Se pudo domar un poquito los estragos diarios que causaba Jesús Cintora dando metralla en Las mañanas de Cuatro a esa bruja llamada Sor Lucía Caram, un tipa con los arreos de una monja que no tiene pelos en la lengua y, dirigiéndose al presidente del Gobierno le suelta “Rajoy, la gente está harta, escucha el clamor de la gente, millones no pueden vivir con dignidad, trabajo ya”. Mediaset se tragó el veneno y sustituyó a Cintora por el más templado Javier Ruiz, un periodista muy didáctico que lo hace muy bien, de eso no hay duda, pero no se comenta aquí su trabajo sino por qué pasó a Las mañanas de Cuatro de un día a otro. El hartazgo del Gobierno y del PP con el programa matinal de la cadena era evidente, y en ocasiones quedó claro en rifirrafes impropios de un político con el presentador de un programa, como el caso de Rafael Hernando, que es el portavoz del PP en el Congreso, diciéndole a Cintora que mucha gente aún no cree que la crisis es pasado porque el periodista y su programa se encargaban de recordar los peores datos sociales en vez de resaltar los positivos en economía, es decir, el diputado del PP no hace más que seguir la estela de altos políticos de ese partido enmendando la plana a sus entrevistadores cuando consideraban que éstos insistían revoloteando como cuervos en heridas que no beneficiaban a su formación. Recuérdese la vergonzante reprimenda que María Dolores de Cospedal echó a Ana Pastor cuando ésta hacía Los desayunos de La 1, o las impertinencias de Esperanza Aguirre cuando en Al rojo vivo le han preguntado en clave periodística por los escándalos propios o de sus allegados –Ignacio González, Francisco Granados- y no, por ejemplo, por el taller que le hiciera su vestido de chulapa. El Gobierno, y mangoneando detrás el PP, tiene ahora la sartén, que enarbola como premio o castigo, de la concesión de nuevos canales de televisión.

Este momento ha pasado a la historia de la ignominia política porque recuerda la soberbia y el concepto que se tiene de la televisión pública de una señora como María Dolores de Cospedal, que abroncó a la presentadora del programa por no parecerle que hacía su trabajo como a la secretaria general del PP le hubiera gustado. Bochornoso. ¿Han cambiado algo los dirigentes de este partido en su relación con los medios, y sobre todo con los medios públicos? No, así de rotundo.




Que aproveche
La decisión del reparto de 6 canales, y por los que optan grandes y pequeños grupos, es una zanahoria en manos del Ejecutivo. Si eres bueno, dócil, y no nos haces demasiada pupa, serás recompensado. Si te empeñas como canal en seguir una línea editorial muy agresiva contra el Gobierno, prepárate. Todos se juegan mucho. Las cadenas, y el Gobierno, que tiene 6 meses para decidir, más o menos el tiempo hasta las elecciones generales. A TVE no le da abasto tapar los agujeros que crean los medios que no comulgan con la información amañada, filtrada, lavada y expuesta que hace cada día el Telediario. Frente a la lectura triunfal e impúdica de los datos económicos –cada día hay un bloque dedicado a ellos en positivo, sin matices, sin “daños colaterales”- sale su equivalente en una tele con los ciudadanos que lo pasan mal. Es tal el malestar interno en TVE con la manipulación que el Consejo de Informativos llevó el asunto hace unos días a Bruselas. En este marco de angustia, en donde se hace casi imposibles soslayar casos como el de Rodrigo Rato, Rita Barberá, Trillo o Pujalte, aunque se lleva a Lola I de la Mancha a los Desayunos para que diga que el PP es la campeona contra la corrupción y que Rato ya no es el del redil, se enmarca la prevista destitución del actual director y el nombramiento para junio –según Formula TV- de Ángel Martín Vizcaíno, director general de TeleMadird, una tele que simboliza como pocas la peor televisión pública y la manipulación informativa. Vamos con Murcia, con su autonómica. La de antes se cerró. Ahora se ha abierto otra. Es urgente que empiece a funcionar a velocidad de cohete. Queda un mes para la cita de mayo. Se dice que uno de los espacios estrella, un debate político, lo llevará Alfonso Merlos. Anímense, pillen vídeos del tarambana en su “informativo” de 13TV. Dice cosas que ponen los pelos de punta sin que su mandíbula estalle en pedazos. Es la ultraderecha de la ultraderecha. Y será la estrella de 7RM. La elección no es casual. Que aproveche, murcianicos, que ya lo hace el PP. 

Es un fake, claro. Me da igual. Viene bien al caso. Este señor podrá tener una lengua incontenible, de escopetilla de plomos. Pero detrás de esa apariencia de payaso que sale mucho porque la tele le encanta y no tiene vergüenza se esconde un personaje más tenebroso, maquiavélico, urdidor, trepa, manipulador, ese que va engrosando su cartera al límite de la legalidad, pero sin duda emponzoñando la ética y la decencia. TVE no da abasto tapando estos agujeros negros que le salen al PP en un año donde se juega mucho esta peña. 

La guinda
Al fin fuera
Se ha ido como llegó. Ni interesó su nacimiento, ni su muerte. La alfombra roja palace fue otro subproducto de José Luis Moreno que jamás debió de atender una televisión pública seria, y TVE lo era hasta hace un par de años. Cuatro entregas se han emitido, a cual más deplorable y estúpida. Claro que el entretenimiento ha de tener cabida en la pública. Pero no el entretenimiento insultante. No haya paz para sus culpables.

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