lunes, 8 de julio de 2013

Maldeojos. No, Raquel, no



No, Raquel, no

      No es una historia de actualidad, pero justo por eso se convierte en una historia sin tiempo. Como sabemos, o como sabrá porque algo le habrá llegado, hace unos meses moría de repente –dejémoslo así- Mario Biondo. Este señor era cámara de televisión, así que tenía todas las papeletas para seguir siendo un ilustre desconocido. Pero el cámara se casó con la presentadora del programa que hacían en ese momento. La presentadora es Raquel Sánchez Silva, que vimos en la última edición de Expedición imposible por tierras marroquíes. La muerte de Mario convulsionó a los colegas de uno y de otra. Raquel se quedó tocada. Pidió por favor que la dejaran tranquila con su dolor y que no especularan sobre las circunstancias de la muerte de su marido. La noticia dio tumbos por redacciones y platós, pero la presentadora extremeña se mantuvo al margen. 

      Es lo que, sin apenas conocerla, uno esperaba de ella. Ahora es cuando pide paso el refrán, que la vida sigue. Cosa lógica. Es decir, que la mujer tiene que seguir trabajando, asistir a eventos, rechazar o decir sí a proyectos, o sea, lo normal en su profesión,  ligada a dar la cara. Tanto que hace unas semanas reapareció en televisión en una entrevista en exclusiva que concedió a Ana Rosa Quintana. En ella, y sin que nadie se lo pidiera, metido con aparente naturalidad, dio las gracias por las numerosas muestras de cariño y por los numerosos mensajes que, decía la presentadora levantando en cada mano dos móviles, “he recibido a través de mi Sony Xperia Z”. Imagen impagable. Me petrificó. Pueden buscarla por la Red. Es un ejemplo sucio y brutal del dicho, el vivo al bollo y el muerto al hoyo. Es el dolor patrocinado. Es una imagen nauseabunda. 

 
Dos señoras, Ana Rosa Quintana y Raquel Sánchez Silva, en pleno banquete. Esta imagen me petrificó porque no me esperaba ver algo así de Raquel.

 También os dejo el enlace con la secuencia entera por si os queréis regodear. Ay, cómo nos gusta.

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