martes, 16 de julio de 2013

El origen del mundo (ilustrado). Tatiana

Tatiana

Artista invitado, Manolo Belzunce

-Mira lo que te digo, Tatiana, no creo que sea bueno tener todo el día una polla metida en el culo, le dijo Encarna por el patio interior desde su cocina al tiempo que notaba un vaivén de cabezas asomadas.
-Qué sabrás tú, contestó con insolencia Tatiana, moviéndose despacio, sin separar los pies, apretando los carrillos del pandero, con una mano limpiando el polvo del comedor y con la otra presionando el pollón de látex para que no se le saliera.
-Si a mí me da igual, hija, pero es que hacer las faenas con eso metido…
-Huy, a tu hijo le encanta, dijo Tatiana asomándose a la ventana, mandando a la mierda a todas las cotillas, y formando un revuelo de pestillos, portazos, y ronroneos de fisgona cazada.
-¿A mi hijo?, contestó con un hilo de voz Encarna, espantada porque enseguida se imaginó a su Rubén con una tranca descomunal adherida al ojete yendo de aquí para allá, haciendo sus cosas como si llevar por la casa clavada una polla fuera lo más normal, y además, que no, le contestó al mismo tiempo, que mi Rubén no es maricón.
-Ay, tonta, si te digo que le gusta es que le gusta, se vuelve loco cuando me ve, y mira, a veces me dan ganas de saltar el patio y cambiar el plástico por lo que tiene el niño, hija, que se la saca y se hace unas pajas que se le vuelven los ojos, contestó Tatiana, sacándose y metiéndose con mimo la falsa tranca.
-Pero si mi hijo no tiene ni 16 años, Tatiana, cómo eres.
-Por eso, nena, por eso se la menea con esas ganas. Y no me descentres, que se me sale. 

Tatiana, de Manolo Belzunce.







MANOLO BELZUNCE
Lorca 1944

Pintor, viajero, creador sin descanso. Artista de la vida, con sus luces y sombras. Su formación artística se nutre de fuentes diversas y de ciudades y países diferentes. Su etapa catalana, fundamental, dura 22 años. Es un muralista excepcional. De vuelta a su tierra, descubre que África tiene un poder que le fascina. Sus últimos trabajos por tierras de Mauritania, Marruecos, Mali o Mozambique recogen esa fascinación.




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