Todos inocentes, e inocentas
(Artículo publicado el domingo, 5 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
No existe en
español el femenino de inocente, así que inocentas es una licencia del que
escribe, una inocentada tan estúpida como tantas otras a las que estamos
acostumbrados, y acostumbradas. Basta. Todos inocentes, se acabó. Ya dije aquí
que la irrupción de la señora Tamara
Falcó en nuestras vidas no fue porque sí ni baladí ni tararí que te vi. Fue
programada como se programa el lanzamiento de un cohete para que, como en un
inquietante reportaje de La 2 se decía el domingo, no quede un centímetro de
tierra sin monitorizar, sin cartografiar con técnicas de relieve hasta ahora no
conocidas. La señora entró tipo la puntita nada más, que si el Señor es su
pastor, que si pija, que si sentido del humor, que si una exclusiva en la
revista de mamá, que si concursante de Masterchef,
que si tertuliana en A partir de hoy,
que si ganadora de Masterchef, que si
artista total en Telepasión y que si,
y esa es parte de la bomba, nueva imagen por traspaso familiar de la empresa de
caros alicatados en el último anuncio de Fin de Año. Nada es inocente en la familia
de Isabel Preysler. Nada. Se dice que
la pavita se ha llevado 150.000 euros por su estelar aparición. A ver, lo
escribo de nuevo, 150.000 euros. Más que una investigadora de cáncer, más que una
profesora, que un médico, que un pescador, más que las familias de la comarca
valenciana del Vinalopó que embolsan las uvas de mesa que el día 31 la mayoría
se tomó al ritmo campanero, etcétera. Incluso más que la moldeada Cristina Pedroche, embutida en oro de
vidrio reciclado -¿no resulta cansina la pavada?-. Y no, no es una inocentada.
Esto es tan real como el cabreo de cualquier periodista que no pudo preguntar a
Pedro Sánchez y a su amor Pablo Iglesias cuando presentaron su
programa de Gobierno. Recuerdo las cosas que decía el pillín Pedro y el
agitador Pablo con el plasma del pasota Mariano
Rajoy, pero se ve que idioteces como tomarse en serio el trabajo de la
prensa son sólo si eres oposición. Válgame el cielo.
Amores rotos
Los de Viva la vida no tienen problema. Ni
Pablo ni Pedro les dan de comer. Hay uno en la tertulia que necesita un
cargamento para llenarse la tripa, según colijo viendo su potente papada y la
dificultad de sentarse sin mostrar las lorzas. Se llama José Antonio, y tiene un problema, tiene diarrea verbal
incontenible. Es de los que, afectado y mari, siempre parece enfadado. Ponen
imágenes de una tipa llamada Isa P.
Juro por lo que no creo que esta zagala se echó al monte del arte creyendo que
al tener a Isabel Pantoja como mamá,
lo demás, es decir, la música y el tronío, iban en el lote. Claro que su
hermano Paquirrín también lo creyó,
y ahí está, dando tumbos por discotecas ganando una pasta. La señora Isa P. se ha hecho una cola en el pelo,
se ha pegado uñas del tipo Rosalía,
se ha embutido en cueros, ha cogido un micro, y… Que lo explique El toca
huevos, que en su canal de Youtube lo narra muy bien. Dice que como liarse hoy
con uno y mañana con otro para ir tirando de las exclusivas es cansino, a la
absurda paleta se le ha ocurrido cantar. No deja segundo de vídeo sin comentar.
Isabelita, Chabelita, Isa P, lo que tú quieras, pero coño, cambia de gesto, que
los del corredor de la muerte tienen más registros que tú, que “parece que
llevas un palo metido por tolculo”, dice el “youtuber”. Estas escenas las veo
en el show de Emma García. La
dirección del programa obliga a los comentaristas del chisme a ir de etiqueta,
ellas con lentejuelas baratas y ellos con esmoquin del chino de la esquina –Luis Rollán, tan repipi, tan maruja,
con gestos de folclórica decadente, es tan ridículo como el resto- . Cuando
llegan a la ruptura de María Teresa
Campos y Bigote Arrocet, o Edmundo, insistía la malagueña cuando
las aguas de su amor bajaban serenas, el gallinero se pone feo. Como creo que
es una inocentada unos días después del día de Inocentes, una trola de
estos cromañones, los dejo con la
palabra en la boca. Tiene que ser Anne
Igartiburu, bamboleándose por el plató de Corazón en La 1, quien la confirma. Adiós, amor, adiós.
Gran derecha
Fue ella, un año
más, quien presentó la gala Inocente,
inocente en TVE. Creo que es la que menos me gustó de las que recuerdo.
Quizá sea porque me sentía fuera de órbita. Ni uno de los “inocentes”, con la
relativa excepción de Antonio Carmona,
me decía nada, además de no saber siquiera quiénes eran. Edurne me pilla lejos por muy “cantante, modelo, compositora y
presentadora de televisión” que sea, y si cantando me produce muermos muy
poderosos, como jurada del concurso de talentos de Telecinco el hastío es de
cementerio. Y por si fuera poco, su inocentada, con ella como la gran mensajera
budista, con el robot, la que levita, el Lalai Lana, y las tres rayas de yeso
en la frente como las tres rayas del wifi, sin chispa, lerda. El señor Simeone, metido en la cabina para
emular a José Luis López Vázquez, ni
fu ni fa. Del planeta fútbol, ni el césped. Lydia Valentín, la campeona olímpica de halterofilia, a la que
engañaron creyendo que un muerto se llevó el ramo de flores que le iban a entregar
en una gala, hizo lo que pudo. Lo del numerito del jeque histérico que regañaba
al costurero Lorenzo Caprile –que
santa Letizia Ortiz reina lo tenga
en sus rezos- alucinante por ¿pero de verdad se tragó la pamema? Y así hasta un
mozo llamado Antonio José, del mundo
canoro. De chiquillo fue a la Eurovisión infantil, leo. Su música, flamenquito.
O sea, voz en falsete, amores cursis, letras ridículas, millones de
visualizaciones en la red, guaperas que habla con mucho quillo por aquí, quillo
por allí, es decir, un nota que me deja lelo. Concluyo. He perdido la
inocencia. O no. Porque yo sí confío en el nuevo Gobierno de coalición. Ya
habrá tiempo de descubrir que todo era un montaje y que lo de Gobierno social
era un numerito urdido por guionistas y que Pablo Casado, Inés Arrimadas,
y el vaquero Abascal, por el fondo,
aparecerán con el ramo de flores diciendo inocentes, inocentas.
La chispa
José Mota
TVE se convierte
en las fiestas navideñas, desde Nochebuena a Reyes, en la tele elegida por la
audiencia. Este año también. En ese saco está el discurso del Jefe del estado,
las campanadas de fin de año, y los especiales, entre ellos el ya clásico de
José Mota, que de nuevo “dio el golpe”. Su humor, pegado a la actualidad,
también política, arrasó con más de un 30% de cuota de pantalla, una proeza en
tiempos de consumo fragmentado.
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