Ana Rosa y otro
(Artículo publicado el sábado, 11 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
La noticia que
fue cebando la mañana del jueves el magacín de Ana Rosa Quintana, pero cebando desde que se ponen las calles,
cebando como se ceba un cochino para la matanza, no era tanto la entrevista
desde la cárcel de Lledoners en Barcelona donde se encuentra preso el político Oriol Junqueras, de Esquerra
Republicana de Cataluña, líder del partido y condenado a 13 años de prisión por
sedición y malversación, no era tanto la entrevista como que la señora que la
haría. Ya está en el coche, decía desde el estudio su sustituta, Ana Terradillos, ya está llegando, ya
le quedan cinco minutos, ya puede estar dentro. Y así. Es decir, la noticia es
ella, es la periodista que va a entrevistar al preso, que le regala ese tiempo
como presente de cumpleaños, que El
programa de Ana Rosa lleva 15 en Telecinco.
En una de las
conexiones en directo, no te lo pierdas, con el coche de la licenciada, se
lamentaba, o no, que con esta mujer nunca sé cómo tomarme nada, de que como las
cámaras no pueden entrar en el trullo para inmortalizar el ¿histórico momento?
–seguro que así lo entiende la paya- el encuentro es una “vuelta al periodismo
de toda la vida, con bloc y boli”. Me encanta. Los rótulos que el viernes
anunciaban que la entrevista se vería en cosa de minutos, y que se parara el
mundo, hablaban de “exclusiva”. Claro. La misma exclusiva que han tenido antes
otros medios, que Junqueras es muy educado y habla con todo el mundo. A lo que
voy, que cuando llega “la exclusiva”, y al no contar con imágenes, una voz en
off reproduce las preguntas y las respuestas que, sobre una foto de Junqueras,
se escriben en la pantalla. O sea, mucho castillo para tan poco fuego.
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