Póngame lo mismo que a ella
(Artículo publicado el domingo, 26 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Bueno, qué les
decimos a los de los Goya, pregunta mientras come en un restaurante Andréu Buenafuente a Silvia Abril, que la emprende con una
ensalada. Pero si ya los hicimos, ¿no?, responde ella indiferente. Sí, ¿pero no
te hace ilusión repetir?, insiste él. Sí, pero es que tengo la ilusión
contenida, pero si quieres la saco, mira, se toca el pelo y grita, ay, ay, y
empieza a jadear como viviendo un orgasmo en público diciendo dame Goyas, dame
Goyas, ahhh, y golpea la mesa, de forma que Buenafuente, mirando a los comensales que hace rato dejaron de
comer, pone cara de bobo sin saber qué decir. Él no sabe qué decir, pero una de
las señoras que ha llamado al camarero sí, y lo hace con seguridad, sin vacilaciones,
señalando para que no haya duda, “póngame lo mismo que a ella”. Es el anuncio
oficial de los Premios Goya del cine español, y muy español, que ayer celebró
su 34 edición. Ha leído bien. Ya van 34 años de Premios Goya. Creo que es una
de las mejores promociones que recuerdo quizá porque no recuerdo otras, pero
esta de TVE, que remeda a Cuando Harry
encontró a Sally, me parece divertidísima y gamberra. Esta semana,
invirtiendo los papeles, ha sido Buenafuente el del orgasmo en la promoción de
La 1 y con idénticos resultados. No sé, porque la gala fue anoche, si resultó
un muermo, o de las que, como sí recuerdo las que presentaba doña Rosa María Sardá, hay que colgar en la
hornacina de las buenas. También da igual en relación a esta pieza porque de lo
que trata es del cine español, de lo bien encarrilado que va, de la excelencia
de la mayoría de lo que se rueda en España, y de la estúpida, pero estúpida
nivel Isa P., nivel cualquier
pelanas de reguetón, estupidez sin control como los incendios de Australia, de
la derecha más cerril y ridícula, que cree que no ir a ver películas españolas
es un acto de patriotismo. Todo es tan necio, grotesco y burro, que apenas
merece el comentario. Este año me he visto casi todas las que entran en
colisión concursando en los apartados más relevantes, lo de Mejor película o
Mejor director.
Antonio Gasset
Entré al cine
con ciertos remilgos cuando fui a ver Mientras
dure la guerra, pero a los pocos minutos la historia no sólo me atrapó sino
que alcanzó fibras emocionales, fibras políticas, provocó deleites estéticos y
me golpeó como ciudadano que rabió al mirarse al espejo y ver que aquellos días
fieros y sacristanes, monolíticos y de trinchera, de odio y exclusión, de
incivismo y burricie, de alegato de la ignorancia frente a la educación y la
reflexión, vuelven a vislumbrarse en el cristal de hoy en día, como si la
historia de nada hubiese servido. Creo que Alejandro
Amenábar ha firmado uno de sus trabajos más potentes, y que Karra Elejalde, fuera de su zona de
confort cómico, está
en don
Miguel de Unamuno desde su primera
aparición, tierno, rabioso, enfadado, agotado, lúcido y desconcertado. Y qué
decir de Dolor y gloria, donde Pedro Almodóvar hace una de las
grandes. Y qué decir de La trinchera
infinita, de Jon Garaño, Aitor
Arregi,
y José Mari Goenaga, un trío en
estado de gracia que llevan la angustia y la reflexión en torno al miedo a la
libertad, con un puntilloso y brillante ejercicio narrativo, a cotas sublimes.
Y cómo no, a ese Antonio de la Torre
que hace de su mirada otro personaje que casi tiene vida al margen de su dueño
en una atmósfera de sofoco, dolor y claustrofobia. Lo tiene mal el jurado para
elegir. Son obras que rozan lo magistral. Y son españolas, insisto. La 2, la
tele pública, mantiene en antena un clásico de la promoción cinematográfica, Días de cine. Aunque también parezca que
fue ayer, Días de cine nació en 1991,
es decir, un formato longevo porque 28 años en antena con la misma temática son
muchos años. Por él han pasado rostros muy conocidos, entre ellos Aitana Sánchez Gijón, su primera
presentadora –no, no la recuerdo, la verdad-, pero es Antonio Gasset el que nos/me hizo buscar el programa, entre otras
cosas a la caza de sus comentarios, de sus añadidos y su proverbial
escepticismo. Aquí va alguna de sus perlas. Buenas noches, Días de cine es un programa dedicado a entretener a noctámbulos,
parejas en crisis, politoxicómanos, e incluso algún aficionado al cine. Otra.
Llega la publicidad, continuad gozando de las ventajas del hogar, es decir,
violencia doméstica, desconfianza mutua, hijos con tatuaje, y salarios
insuficientes. Y una última. Los imbéciles son siempre imbéciles proyectemos lo
que proyectemos. Leído lo leído, está claro que en la pudibunda España de hoy
que se la coge con el papel del escándalo fatuo no cabrían “las cosas” de
Gasset.
Especímenes
A la gala, que
se celebró anoche en Málaga, y como decía más arriba, no acudió el señorito Santiago Abascal, el de Coz. Se trata
de ser el más malo de la clase, de no caer en las trampas de los cómicos. Si el
año pasado protestaba porque la Academia de Cine no lo invitó, este año, que sí
ha sido invitado, el huevón se ha puesto el pin anticine en los testículos y ha
dicho que no. ¿Y eso? Pues porque estas galas “se han convertido en mítines
políticos que otorgan subvenciones a la izquierda”. Ese es mi hombre. La
espantada “patriótica” salta a Cuatro al
día, que ahora presenta el tío de los colchones Joaquín Prat, que tiene el cielo ganado juntándose con Paz Padilla, a la que, ni siquiera en
un anuncio que pretende ser blando, dejo de ver con repulsa por su
extraordinaria ordinariez. Es parecida, la repulsa, a la que me produce otro
señor de barba rizada y suelta verborrea al que doña Ana Rosa Quintana sólo le falta meterlo en nómina. Hablo de Iván
Espinosa de los Monteros, que llama
especímenes a Echenique y a la gente
de Podemos, especímenes “que dan miedo cuando vamos a la cafetería del Congreso
y nos los encontramos allí”. Por su parte, su esposa, Rocío Monasterio, y tratando de demostrar su inocencia en la
reforma de una propiedad de Arturo Valls,
va y publica en redes su DNI y su domicilio. Dame Goyas, dame Goyas, decía
Silvia Abril. Pues ya os lo digo, Iván y Rocío, de lo que tomáis, cari, no me
pongáis ni chispita.
La chispa
Pedro Sánchez
El lunes abrió
la veda de las entrevistas Pedro Sánchez no como presidente en funciones sino
como titular, y lo hizo eligiendo bien el medio a visitar. Tenía que ser el que
fue, RTVE. Fue en directo, y a la Moncloa se trasladó un equipo capitaneado por
Ana Blanco y Carlos Franganillo. Es de agradecer la elección de la tele y radio
públicas. Ya tendrá tiempo de visitar otras cadenas, como hacen sus ministros y
ministras.
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