Manotazo papal
(Artículo publicado el sábado, 4 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Una escena de
apenas cuatro segundos da la vuelta al mundo y se forma la de dios, que en este
caso tiene mucho que ver aquí. La formación de Gobierno, la España que se está
rompiendo a cachos –yo oigo ya los temblores, el bramido de sus costuras, el
dolor en el corazón-, las manidas tonterías que dicen algunos y algunas –les
pido por favor que no se rían mucho de Inés
Arrimadas, que la pobrecilla hace lo que puede-, la vuelta de los nenes al
cole, nada, estos primeros días de año pasarán a la historia como la otra vez
que al papa se le fue la mano en Roma. Pero yo me pregunto, ¿fue el papa, el
jefe religioso el que golpeó la mano de la creyente asiática que lo atrajo
hacia ella cuando el sumo se paseaba entre fieles en la plaza del Vaticano o
fue el hombre, Jorge Mario Bergoglio?
Vamos a ver, los atributos papales tendrá que soltarlos el infalible algún
momento, ¿no?
Sigo con la
reflexión. ¿Orina el papa o Jorge Mario? ¿Ronca el papa o Jorge? ¿Se lava los
dientes el pontífice o Bergoglio? ¿Las flatulencias son expelidas por el
vicario de los cielos católicos o por el ciudadano argentino? ¿Le dio
encorajinado dos manotazos a la peregrina el divino o el humano? Desde luego,
la cara que puso Francisco, porque
en el momento comentado ejercía de Francisco, no era muy divino. Era la cara de
enfado de un hombre que se sintió agredido, digamos una agresión laboral porque
sucedió en hora de trabajo. ¿Qué ha pasado entonces, por qué el revuelo, por
qué la imagen del clérigo dando hostias ¿consagradas? ha saltado a las teles del
mundo? Pues por eso, porque si los papeles –divino, humano- entran en colisión,
saltan las alarmas. El propio Francisco ha pedido perdón por lo que hizo Jorge
Mario. Nota. No se rían de Inés, por
favor.
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