Y ahora, matices
(Artículo publicado el sábado, 10 de octubre, en periódicos de EPI PRESS)
El día del
estreno hablé maravillas de Mar de
plástico, la serie de los martes en Antena 3 con éxito asentado. No retiro
ninguna. La fotografía, la ambientación influenciada por La isla mínima –nada que objetar, es uno de los atributos del arte,
el de influir, y más que demérito es un detalle a destacar-, el guión, el
brillante montaje, las actuaciones de algunos actores, de todo eso apenas hay
nada que matizar. Pero en esta producción cabe el matiz, como en el resto. El
alcalde de El Ejido, el pueblo almeriense conocido por sus mares de plástico
bajo el que se crían las hortalizas, Francisco
Góngora, del PP, vio la serie con otros ojos, y así lo ha dejado claro,
“nula calidad, mala fe, sensacionalismo, la serie no es mala, es peor”. Dice
que demuestra un profundo desconocimiento de la zona, de Almería. Lo dice
porque la serie abre heridas por la convivencia entre “ellos” y “nosotros”. La
inmigración es otro personaje en Mar de
plástico, y ese asunto quema.
Todavía es
pronto para ver por dónde va de verdad la historia del crimen de la hija de la
alcaldesa. Es un guión escrito de forma que se puede alargar como una comida de
amigotes o cortar como una cena entre cuñados. Ya saben, depende de las
audiencias. Otro matiz llega de la mano de algunos actores. Los reúno bajo la
ineptitud contrastada de Jesús Castro,
el de ojos verdes y mirada que trasmina. Punto. Tiene esa guapura del chico de
barrio un poco macarra, pero su libro de gestos es más limitado que el de Jean-Claude Van Damme, “¿mesentiende?”.
Por lo demás, ni un paso atrás. Ficción potente con resultados de premio.
Ahí está, miradita. Pero abre la boca y la caga el chaval. Por ahora no da más de sí. |
¿Es el del centro? ;)
ResponderEliminar¿Es el del centro? ;)
ResponderEliminarSí, el del centro.
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