El cerebro
(Artículo publicado el sábado, 24 de octubre, en periódicos de EPI PRESS)
Tengo más tetas
que cerebro. Gran frase. Podría atribuírsele sin que temblaran los cimientos de
la tierra a una de nuestras pensadoras más activas, pero no, esta perla no es
de Mariló Montero, que a su paso por
la chabola de Bertín Osborne dejó
otras muy destacadas, como en la que aseguró que “estoy preparada para dirigir
una televisión". El programa del andaluz va que pita. Cada semana supera
en audiencia a la anterior, y La 1 está que no se lo cree. No hay duda, es la
sorpresa de la temporada. Hasta ahora hemos visto el jardín de Bertín, la mujer
de Bertín, los niños de Bertín, la cocina de Bertín, el comedor de Bertín por
donde pueden correr caballos, algunos pasillos de la casa de Bertín, coño, el
nidito de amor de Bertín, pero nadie nos ha enseñado dónde defeca Bertín. Inaceptable.
Sus seguidores no se lo perdonarán.
Por el programa
han pasado, entre otros, Jesulín, Carmen Martínez Bordiú, Mariló, y Carlos Herrera, el último que cocinó en los fogones de Bertín. La
escena de la cocina fue de esas que explican las cosas sin querer explicarlas
y, mucho menos, sin que sus protagonistas lo hagan. Allí quedó claro que los
hombres, los machos –algunos con más polla que cerebro- se acercan a la cocina
para hacer su plato estrella, o para tocarse las pelotas, pero quien de verdad
la maneja, y la conoce porque es cosa suya, es la mujer. Sí, sí, con mucha
risita, con mucha guasa, pero ahí queda eso. ¿Saco los pies del plato? ¿Veo
cosas que nadie ve? ¿Antepongo mis prejuicios a lo que sólo es un divertimento?
No, llámame loco, pero ese perfil de invitados, esos mensajitos sutiles, no son
porque sí. Detrás hay alguien con más cerebro que tetas. Sabe lo que hace. Y
qué mensaje dar.
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