Emilio Lledó
(Artículo publicado el domingo, 14 de junio, en diarios de EPI PRESS)
Titular una
columna cuyos contenidos giran en torno a la televisión con el nombre de un
tipo del mundo del pensamiento como Emilio
Lledó es tan extravagante como ver sentado al propio don Emilio junto a El Gran Wyoming para ser entrevistado en
El intermedio. Primero fue la
sorpresa, luego la satisfacción, el placer, el suspiro de alivio, el intenso
disfrute de haber estado ahí para ser testigo del momento. Y luego la certeza
de que la tele es lo que es, pero podría ser de otra manera, o sea, que nos dan
gato por liebre. La presencia en El
intermedio de Emilio Lledó, jovencísimo y coqueto premio Princesa de Asturias de Humanidades
–no, le dijo a Wyoming en su presentación, no tengo 88, aún tengo 87 años- me
supo a poco, me supo a esos postres que dosificas con cucharitas de juguete
para alargar el placer de degustarlos. Emilio Lledó demostró que al espectáculo
y al entretenimiento, tal como se entienden en la televisión actual, o sea, mezcla fatua de banalidad y carroña,
infantilismo y dirigismo consumista, grosería y audaz erección de modelos
sociales –está calculado el término-, se le puede dar la vuelta para que la
reflexión y la lucidez, el amparo de la cordura, el estímulo para fomentar la
actitud crítica del espectador ocupen el lugar que merece. Ya se ha hecho
conocida la frase del académico cuando días antes de la elecciones del 24M
decía que “ojalá regrese la cordura”. Hace un año el filósofo pasó por El objetivo, también en La Sexta, donde
dijo, en el escaso y encorsetado ritmo al que está sometido el tiempo en el
programa de Ana Pastor, que somos lo
que hemos sido. La misma frase la repitió en El intermedio. La misma sensación de rapidez, de coito acelerado,
de visto y no visto tuve escuchando al sabio zarandeado por los tiempos de la
tele, que nada tienen que ver con el tempo del espectador. ¿Cómo justificar el
corte grosero a don Emilio para irse a publicidad?
Emilio Lledó a su paso por El intermedio |
Cállate, puto chino
Eso demuestra
que la propia televisión, como los escorpiones, es incapaz de dejar de ser
televisión ni por un segundo. Cuando una cabeza como Emilio Lledó visita un
programa informativo como El intermedio
no se le dice al invitado que detenga su pensamiento y siga su reflexión
después de la publicidad. Eso se le dice a Leticia
Sabater cuando va a Sálvame de Luxe
a hablar de su nuevo himen, de su ensanchada vagina, de su nuevo coño. A la
Leticia esta se le puede cortar mil veces porque el flujo de su pensamiento es
como el de Felipe Juan Froilán
Marichalar y Borbón, adolescente bravucón, necio y absurdo, de sangre
ignorante, que se cabrea en la fila del parque de atracciones para subirse a un
artefacto y llama puto chino a un joven chino que le dijo que no se colara, a
lo que el heredero a la Corona, –en cuarto lugar, pero heredero- contestó que
no sabía “con quién estás hablando”. A estos mendas se les puede, y se les debe
cortar. De raíz. Pues eso, que cortar a don Emilio es una bofetada, una
provocación, un sacrilegio, como el polvo que echaron sobre el altar de la
capilla de la cárcel privada Cruz del Sur la rubia protagonista Maggie Civantos y el moreno Roberto Henríquez… Pues se hizo. Por el
pinganillo le dijeron a Wyoming que había que cortar, y justo cuando el
invitado iba a hablar de la perversión del lenguaje por parte de los políticos,
que lo adaptan a sus marrullerías, a su indecencia, y por eso nos enteramos de
que Mariano Rajoy no tiene un
problema de corrupción cuando quiere cambiar a Soraya Saéz por Alfonso
Alonso sino un problema de comunicación para saber vender sus motos. Qué
arte tiene mi niño. También lo dijo don Emilio, y muy clarito, la educación es
la solución a todo lo que estamos viviendo.
Maggie Civantos, la rubia Macarena de Vis a vis, en Antena 3, y Berta Vázquez, La Rizos, en la cárcel de la serie, una producción que cada semana parece mejorar. Es un ejemplo -otro- del cambio en la ficción española. |
Televisión de chichinabo
Así es, salta
desde La 1 Ernesto Sáez de Buruaga,
convertido en las redes sociales en un Burundanga sin respeto ganado a pulso.
Hubo quien pensó que Así de claro, la
parodia de debate político en TVE, no se atrevería a tanto nivel de
manipulación, a tan alto grado de sordidez tendenciosa, pero yo lo tengo
escrito aquí. Van a por todas. El programa pertenecía –se lo han limpiado esta
semana- al Grupo Secuoya, uno de cuyos altos ejecutivos es Jorge Sánchez Salazar, antiguo director de TVE en los tiempos de Aznar, el mismo grupo que está gestionando
la autonómica de Murcia –el martes, 9, presentaron su programación, me temo que
paleta, mortecina, y ensalzando unos valores caducos de una cretina e
interesada identidad murciana o, mejor, murcianica-. Hay sitios a donde aún no
sólo no llegó la cordura sino que se adhiere como una garrapata ver al espectador
como gilipollas. Recuerdo las payasadas que tenía que hacer Aramís Fuster para mantenerse unos días
más en algún plató. Ni sus propias videncias anunciaron su caída en desgracia.
Claro que no hay que ser muy brujo para saber que si no pagas el alquiler, al
cabo de unos meses te desahucian. Otro del submundo del espectáculo, Paco Porras, dijo lo que yo mismo
sabía, que Aramís es una bruja de pacotilla. Siempre advertí en ella un lado
turbio, soez y cínico, el mismo que advierto en algunos políticos, en algunos
programadores, en algunas cadenas, en algunos que están ahí para trincar, en
algunos a los que les importa una mierda la televisión de calidad, la que
fomente la cultura como reflexión, no como payasada, no como burda exhibición
de huertanos disfrazados –en el caso murciano-, una televisión de chichinabo,
esa que hace de la salida y entrada de Isabel
Pantoja un espectáculo indecente porque pone en valor justo lo que Lledó condena
y detesta, una televisión que gangrena las neuronas hasta hacerlas útiles a
quienes mueven el hilo desde despachos donde jamás ven sus propias cagadas.
Ojalá el nuevo tiempo nos traiga la cordura necesaria para barrer sin miramiento
a los que, sobre todo desde las públicas, hacen una televisión para ignorantes.
Igual que Leticia, la ruda vedete de carretera, se ha puesto un coño nuevo,
habrá que ir pensando en el cambio. Y que sea normal ver a los Emilios Lledós
en los platós de la tele.
Pobre. Volvió como un Atila y ha salido de la pública, a donde jamás debió volver, como un conejito asustado. La audiencia se lo ha quitado de en medio en tres semanas por manipulador, dependiente del Gobierno, trasnochado, sectario y un sinfín de cosillas que hacían de Así de claro un bebedizo insoportable, dañino y tóxico. |
La guinda
Censura
Me importa un
truño lo que pase en Sálvame. Hace
tiempo que no existe para mí como opción. Me da igual lo que hagan, digan,
mientan, discutan o inventen sus trabajadores. Paz Padilla presenta a veces la ordinariez. Pero resulta que a su novio, un tal Antonio Juan Vidal, lo imputan por prevaricación –Operación Edu, en
Andalucía-. Con otra gente se ha cebado el programa. Con éste callan por
petición de la señora. Todo cuadra.
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