En la frontera
(Artículo publicado el jueves, 4 de junio, en diarios de EPI PRESS)
Casi todas las fronteras de mundo son la
misma frontera. Tráfico de drogas, personas y armas, violencia, corrupción,
malos modos, tensión política, un cóctel que se bebe en la frontera aunque
dependiendo de cuál sea un país y el otro el ingrediente se amortigua o acusa,
pero la frontera, incluso como concepto, es siempre un punto caliente. La 1
estrenó Fronteras al límite, un
programa de madrugada que deja a un lado la festiva ficción de Águila roja que le precede el miércoles
para adentrarse en una realidad eléctrica muy bien retratada por los reporteros
María Ibáñez, Mercedes Forner, y Álvaro
Martín, que se alternan en las entregas. La primera frontera visitada fue
la de Venezuela con Colombia. El desabastecimiento de los comercios venezolanos
genera un comercio de estraperlo entre un país y otro, y en paralelo una red de
policías corruptos que ponen la mano dejando salir de Venezuela gasolina a bajo
precio.
Otra entrega reciente, memorable,
retrató la frontera entre Guatemala y Méjico subidos al “tren de la muerte”,
una bestia de hierro que sigue su curso atravesando Méjico y que miles de
hondureños, guatemaltecos, salvadoreños o nicaragüenses utilizan tratando de
llegar a la frontera de EEUU, su destino. Sobre ese monstruo frío y lento pero
imparable se suceden todo tipo de tropelías entre miserables y bandas de otros
miserables. Sin la más mínima piedad roban, violan, te maltratan, o te lanzan
desde los vagones al suelo si no eres el botín que esperaban. Fronteras al límite es un digno programa
para la tele pública, un formato que
marida con En tierra hostil,
propuesta quizá más ambiciosa y espectacular que tan buenos resultados le dio a
Antena 3.
La imagen -de Fronteras al límite, La 1- parece que recoge el viaje de placer de un joven que atraviesa un paisaje maravilloso. No es así. Es la de alguien que salió de su país en América Central y pretende llegar a EEUU. En mitad, muchas veces, la muerte. Miserables contra miserables subidos al tren de la muerte. |
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