domingo, 29 de marzo de 2015

Maldeojos. La España perfecta



La España perfecta
(Artículo publicado el domingo, 22 de marzo, en diarios de EPI PRESS)

      Vamos por buen camino. Y la tele es testigo de ese cambio portentoso. Los telediarios cuentan con un archivo que vale más que las operaciones hacia el travestismo mariquita de Maradona, esa señorona que ama la silicona y el botox sobre todas las cosas, que recoge los inicios, el desarrollo, y la conclusión de una legislatura trazada con previsión de futuro, con vocación de asentar sus desastres sociales. Primero fue la bronca, aquello de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, estrategia para ladrar primero y, acobardada la gente, ocultar mejor que fueron los bancos, algunas empresas gordas, los propios políticos, la administración y sus delirantes despilfarros, los defraudadores tan profesionales como patriotas, los que habían esquilmado, robado, y dilapidado el tesoro como se esquila una oveja con mala faca, a trasquilones, a golpes de usura, a la fuerza. Ya teníamos la crisis ahí, en nuestras puertas, un río que fue creciendo como una vaca sin cencerro ante los ojos torpes de Zapatero y que eclosionó con el nuevo Gobierno, que desde el minuto uno sabía qué había que hacer. Se inició el segundo paso. Eso de a río revuelto ganancia de poderosos. Despidos por la cara, contratos vejatorios, miedo laboral, desahucios, sanidad pública asediada, ministros embravecidos por creencias privadas tratando de imponer sus crucifijos ya sea en las aulas, en los sexos ajenos, o en el vientre de las mujeres, leyes al servicio de los chiringuitos del IBEX, y una carrera contrarreloj porque la meta, el final del ataque a los derechos y libertades conseguidos durante décadas tenía una fecha de caducidad, este año, 2015, año electoral, unos meses cruciales para vender lo que ya se sabía de antemano porque todo estaba previsto, o sea, que los mismos que provocaron esta ruina económica, y de paso social, se presentan ahora como salvadores. ¿Cuántos años han de pasar para recuperar de nuevo derechos que creíamos inamovibles? Esa es la clave de este arco en un país descompuesto. 

Los telediarios cuentan con un archivo que vale más que las operaciones hacia el travestismo mariquita de Maradona. En esos archivos encontramos de todo, más de lo que los políticos bocazas quisieran. 



Las bárbaras


      Me dirán que exagero, pero la realidad es tozuda. ¿Cómo, si no, un nefasto presidente, una sombra, un fantasma, alguien sin alma ni sangre en las venas, alguien que no da explicaciones, que a lo largo de la legislatura se ha escudado en una pantalla de plasma, amparado por un partido de corrupción radial, Murcia, Valencia, Baleares, Alicante, Madrid, es capaz de hablar de transparencia, de recuperación, de honradez sin que sus propios se le echen encima y lo acobarden dejándolo sin merienda en el último rincón de la casa? No sólo eso. El PP sigue siendo el partido más votado. Es como Telecinco. Es la cadena más criticada, la que más sanciones por diversos tipos de vulneración legal tiene, la que emite más programas de mal gusto, la que nadie quiere y la que nadie ve, pero es la cadena con más audiencia. Ni Íker Jiménez le mete mano a este misterio. Vivimos en un país donde una señora dice hoy que deja la política y que jamás luchará por la alcaldía de Madrid y mañana se mueve como una culebra para ser candidata, por eso Esperanza Aguirre, esa serpiente con sonrisa de mamífero, es una estrella que se rifarían en cualquier reallity, por rubia, por pizpireta, por falsa y maquiavélica, por ser capaz de rebanar la garganta de Mariano Rajoy en directo si la ocasión saliera a su camino sin dejar de sonreír. Este ejemplar dirigió desde su despacho de presidenta de la Comunidad de Madrid la televisión autonómica con mano de limpiadora de pueblo, de esas que nunca ven brillante el horno de quemar adversarios, manipulando, endeudando y desprestigiando tanto el medio que, grotesco y enclenque, ni siquiera sirve al interés del amo. Por el mismo camino, bárbara y cínica, se mueve Mariloli Cospedal en su tele castellana. Y se movieron en Valencia hasta arrasar Canal 9. Y en Murcia, con una tele de chirigota que de nuevo intentan poner en marcha a pesar de la orden de suspensión del concurso de adjudicación del gobierno murciano al Grupo Secuoya. Estos vaivenes, este derroche de dinero público, no los paga de su bolsillo el que delira sino nosotros.

Este trío representa a la perfección el cinismo, el engaño, la estafa política, la desvergüenza. Cospedal se indignaba en TVE acusándola de falta de libertad cuando Ana Pastor la entrevistaba en Los desayunos, la misma señora que ahora dirige su tele castellana en la que aparece las cuatro primeras noticias están dedicadas a ella, sin matices, sin discrepancias, sin oposición. Esperanza Aguirre miente antes de abrir la boca. Fue la que llevó a Telemadrid a la ruina económica y a la irrelevancia social. Y el señor del centro, bueno, ya sabéis, un inútil al servicio de las grandes empresas que se escuda en un plasma.



Vota y calla
La descomposición orquestada no puede ser perfecta si la televisión pública nacional no viaja a la misma velocidad que el poder político. La sincronía es conmovedora. Hace pocos días hablaba aquí de la vuelta a TVE de Bertín Osborne, y nada menos que con un género que es todo un tratado periodístico, la entrevista. Hace poco, en el Congreso de Periodismo Digital celebrado en Huesca, Soledad Gallego-Díaz, periodista lúcida y cabal, dijo que los que provocaron la crisis no son ni listos ni tontos sino tipos sin escrúpulos. Los que desde TVE viajan a la misma velocidad del Gobierno, enseñando a los votantes el mismo paisaje que ve el Ejecutivo y el partido que lo sustenta desde su interesada atalaya, no es gente ni más lista ni más tonta sino tipos sin escrúpulos. Gente que está apostando por el pasado enmascarado de presente o, más cruel y atrevido aún, de futuro. Como escribía el colega Pérez de Albéniz, “han llegado para quedarse, para recordarnos quiénes somos y de dónde venimos”. Bertín Osborne haciendo entrevistas En tu casa o en la mía para la televisión pública nacional es un agravio, y no es gratuito. No interesa el periodismo que investiga, analiza, pregunta y repregunta, no interesa el periodismo incómodo, ni el debate plural. Bertín Osborne en horario estelar en las noches de la pública será una fanfarria, un divertimento de moscas, sangre, escapularios, arena, golpes de pecho, penitentes, y putas. Para completar las trazas y el desbarre, la falta de escrúpulos de los tipos al servicio de la idea, la misma cadena vuelve a contar con José Luis Moreno, al que le pone La alfombra roja. O sea, machismo, represión sexual, estulticia a espuertas, músicas enlatadas, entretenimiento de saldo, chistes de mariquitas, de gangosos, las gracias de toda la vida, como dios manda, coño, la España perfecta, joder con tanta tontería. Vota, ríe, y calla, gilipollas.

Como no hay periodistas de prestigio y crédito, La 1, siempree tan atenta, tiene la solución para su programa de entrevistas en hora de máxima audiencia, contar con Bertín Osborne, el de arriba.
      

            
La guinda
Venezuela
Juro por Hugo Chávez, que todo lo ve y todo lo sabe, que detesto la gobernanza de su país, una Venezuela en manos de un acólito lunático. ¿Vieron En tierra hostil dedicado a Venezuela? Mamá, qué miedo. El retrato que hizo Alejandra Andrade y el equipo fue terrible, con una música de fondo espeluznante. Quisieron crear tanto clímax que ni se entendía lo que decían. ¿Todo en ese país es como nos lo enseñó Antena 3?

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