lunes, 11 de marzo de 2013

Maldeojos. Iglesia in, iglesia on. Domingo, 10 de marzo de 2013



Iglesia in, iglesia on

      La semana pasada, en la misa del domingo, el cura Andrea Maggio, de Castelvittorio, un pueblecito de Italia que linda con la frontera francesa, empezó su misa como siempre lo hizo, pero de repente se dirigió a un candelabro, cogió la foto que había cerca, y sin decir nada le prendió fuego. El retratado era el ex jefe de su empresa. Luego dijo que un papa no puede abandonar a su rebaño. Por ahora, que yo sepa, no hay documento visual que acredite esa performance religiosa ante el rebaño de ancianas. Normal. Las beatas de cierta edad no suelen llevar en sus bolsos teléfonos con cámara incorporada por si ese día ocurre algo interesante que grabar en la misa para colgar luego en Youtube. La iglesia católica está on pudiendo estar in. ¿Se imaginan, ahora que al parecer los grandes marranos de Mercedes Milá apenas interesan, que el club de hombres más oscuro del mundo, reunidos en cónclave, decidieran de una vez por todas poner cámaras hasta el día del humo blanco? Eso sí que sería un pelotazo, y no lo de Falete tirándose al vacío de la piscina de Antena 3. Desde ya os lo digo, eminencias cardenalicias, mataría por veros en la Sixtina, con los musculosos hombretones de Miguel Ángel Buonarrotti iluminando vuestras despiadadas luchas, buscando al Espíritu Santo para cortarle el pescuezo si no se aviene a vuestros deseos. Menudo reality show, colegas. Sería tan, tan enternecedor ver al pío Rouco Varela correr al confesionario para decirle al Súper que se la están metiendo y que no se deje engañar porque hay lagartas que van de santas pero a la hora de la verdad son unos zorrones que se entienden con el diablo. Ralph Napierski, el falso obispo que logró colarse en la piara cardenalicia, casi consigue la proeza de convertir ese festival del oscurantismo y la soterrada violencia en algo bueno para el mundo, divertirlo, coño, rasgar la telaraña del siniestro teatro del Gran Papado.

Un tal Fernández

      Quien sí llevó cámaras a otra capilla fue Íker Jiménez, que se metió en el Museo del Prado buscando miedos de la mano de Javier Sierra, que va contando ante algunas obras obviedades retorciéndolas un poquito para hacer de la copia de Penni de La Transfiguración, de Rafael, un cuadro tan televisivo que al sensible Íker se le pone “la carne de gallina porque estoy viendo el retrato de tantas personas incomprendidas que ven más allá de lo ordinario”. Como él, me digo esturreando la saliva. Pero qué va, se trata de algo más prosaico, vender el libro de Sierra con una promoción de bandera. De noche, con el museo cerrado, van de obra en obra a ver cuál es más rara, misteriosa, perturbadora, demoníaca, horripilante, terrible, atroz, espeluznante, espectacular. Estilo Pedro Piqueras, pero en turbio. O estilo ministro de Interior, un tal Fernández, que está el hombre cagadito de miedo por si se acaba la especie con tanto maricón suelto casándose pero no preñándose, que es que tienen perejiles estos tíos. Claro que el tal Fernández lo que ha hecho, como dice Mamen Mendizábal en el Más vale tarde de La Sexta, es la estrategia del torpe peón de tercera formando follón para distraer un rato a la grey a ver si les escampa un poco y dejamos de mirarlos con la fijeza que los miramos. Va a ser que no. Hablando de lo que no quieren que hablemos, en España aún hay quien tiene más dudas que Falete –me tiro, no me tiro- para tirarse a la piscina de la denuncia. Hace más de un mes que el león andaluz Javier Arenas amenazó como sólo él sabe hacerlo, con la ceja de punta y levantada, pero la ceja buena, no la de Zapatero, que iban a por Luis Bárcenas con querellas en tromba. Le siguieron casi todos en el PP. Que se prepare, que lo que dice Floriano es ley, que lo que promete Rajoy no tiene vuelta atrás, que lo que anuncia González Pons es… Un estruendo de carcajadas irrumpe en el montaje de El Intermedio, que uno al propio porque a día de hoy la querella contra el mensajero –El País-  dice más que sus patéticas escenitas. Ah, para el tal Fernández. A ver si lo de la extinción de la especie va por los curas, que ni pueden preñarse ni preñar. Que lo sepas, guapo.

El Cristo de los pobres

      Y como si me estuviera leyendo, Jesús Mariñas –sigue en el plató de Espejo público recogido como se manipula un hueso de dinosaurio- dice que él y Carlos Herrera –el de las ondas- tienen un secreto, el beso negro. Huy, se alarman en el corrillo. No da más detalles. Mas no hay lascivia. Ni mariconeo. La noche antes, en El Hormiguero, Pablo Motos invita “al hombre que personifica una nueva radio, Carlos Herrera”. Rugidos del público. Nada como cuando “el mejor locutor de España” entra al plató. Lo hace como los machos, levantando la mano, detenido en seco e iniciando un saludo torero. Ole, ole, se oye. Luego se ponen serios, ya sentados frente a las hormigas para dar el toque de solemnidad adecuado, y analizan la actualidad. Aunque Motos trata de frivolizarla con pildoritas que hacen del Rey, de Corinna, o de Bárcenas, grandes muñecos de guiñol, el andaluz apela a su experiencia para arrogarse como prudente “en estas cosas, y hasta que los procesos no acaban, y los jueces dictaminan, yo prefiero no meter toda la mano” en esos asuntos. Impecable. Lo malo de esa prudencia es que “al mejor locutor de España” se le pueden poner cortes de audio de su propia cosecha en los que, oh, escupe fuego y dinamita contra otros personajes, partidos e ideas que, quizá, no merecieran prudencia similar. Pelillos a la mar. No vamos a liarla. Eso, Tenemos que hablar, dice metiéndose donde no la llaman Ana García Lozano, que ha vuelto a La 1 para hacer un programa que, bueno, cómo explicarlo, es la revolución de los formatos televisivos. Uno de testimonios. Lástima que Antena 3, la muy zorra, emitiera El diario, otro de testimonios con Patricia Gaztañaga hace años. En esta iglesia todo vale si funciona. Es cosa de encontrar al dios. En Venezuela una compungida locutora lo tenía claro en la muerte de Hugo Chávez. Es el cristo de los pobres. A ver si la iglesia in va por ahí. 

La guinda                                                                                                   
Factoría Almodóvar
Está de nuevo en todas partes. Con película de estreno, su factoría echa fuego. Sigue haciendo las mejores promociones en este país, con permiso del cansino Santiago Segura, que es la versión torrente-patético de la promoción. Los amantes pasajeros saltaron a los informativos. La Sexta 3 le dedica un ciclo de 12 películas. Dos cada noche. Y La 1 emite la penúltima, Los abrazos rotos. Ahora viene el gran paseíllo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario