Notre Yemen
(Artículo publicado el jueves, 18 de abril, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Lo digo rápido,
y lo primero, y con mucho sentimiento. Cuando vi en Twitter una foto con una
nube de humo coronando la ajuga de la catedral de Notre Dame pensé que era una
broma, una puta noticia falsa, un meme de los que se hacen manipulando imágenes
para darles un contenido distorsionado. Pero no, era verdad. Notre Dame ardía.
Y sentí el pinchazo del dolor porque ese fuego abrió la puerta de la
destrucción de un edificio que es algo más que eso porque toca la religión, la
arquitectura o la literatura. A las pocas horas, antes y después de haberse
controlado el fuego, llegaban equipos de televisión de todo el mundo, se hacían
conexiones en directo, se hablaba con expertos, con historiadores, ingenieros,
arquitectos, y se desató la locura de las donaciones. Las grandes fortunas
francesas, del textil al petróleo, ponían sobre la mesa, como algunos sus
cojones, millones de euros.
A ver si lo
explico con tino. Claro que hay que reconstruir la catedral. Sin duda. Y bien,
aunque no sea rápido, como pide el presidente Emmanuel Macron. Llámenme un poquito o un muchito demagogo,
populista, ese tipo de calificativos comodín. Pero se me cae el alma a trozos
viendo que Notre Yemen se desangra y muere de hambre, Notre Mozambique, Notre
Zimbabue, o Notre Malaui siguen a la deriva un mes después de la catástrofe
humanitaria provocada por el ciclón Idai. Se necesitaban apenas 400 millones de
los que sólo han llegado unos 90. La recaudación para Nuestra Señora de París
roza ya mismo los 1.000 millones. Las prioridades están claras. Por cierto, el
Vaticano ha dicho que esa iglesia no es mía y que no da ni un céntimo. Ahí
también lo tienen claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario