Juego
de niños
(Artículo publicado el domingo, 14 de abril, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Ya sabemos que
el candidato a la presidencia del Gobierno por el PP dice a sus nenes que no
aparece mucho por casa porque anda en un concurso de la tele. Pobres hijos de Pablo Casado, escribía aquí mismo hace
unos días, al saber que el padre les miente también a ellos y que, aún peor y
cruel, quizá ni gane el concurso. La semana pasada, en una entrega especial de
la casa taberna cocina de Norberto Juan
Ortiz Osborne en la que recibe a gente que se somete a preguntas chorras
del cantante rancio de rancheras se celebró una cumbre al más alto nivel de representantes
de residuos de grasas saturadas españolas, cumbre que contó además del papá
mentiroso con otros concursantes, aunque la estrella fue, una vez más, el
reconquistador barbado. La cumbre cuatrifachita, entre invitados y anfitrión, fue
estrambótica, blanqueadora, maravilla catódica comparable al delirante chapoteo
de la misma cadena, emisión matinal, en torno a la posibilidad de que la señora
Isabel Pantoja apoyara con su
presencia en Guadalix a Paquirrín
–como así fue- por lo de GH dúo, que perdió. Veo asombrado por el ímpetu de la
diatriba a unas señoras contertulias que sólo tienen su paralelismo en el
encono que veo en La Sexta noche
hablando de política. Descubro a una despatarrada Cristina Tárrega enfatizando sus opiniones con meneo de manos,
requiebros de cabeza y, sobre todo, de unos labios triangulares que acentúan su
natural ordinariez, y asisto compungido al declive, también comentado aquí, de Bibiana Fernández, que aún tiene
chispazos de brillante verbo e ideas llamativas, como cuando dice, al ver que
el realizador pincha un plano con todas las tertulianas, ocupando el centro de
la pantalla el copresentador del programa, que son las hijas de Bernarda Alba
al vestir todas de negro, siendo Bernarda Joaquín
Prat. Hay quien se toma esta forma de pasar la mañana como un juego de
niños. Yo lo intento, y de vez en cuando trato de ver estas pamplinas con
mirada infantil, virginal, como si no supiera nada, pero me superan, no
aguanto, me aburro a los dos segundos.
El
obispo Drag
También los de Polònia, que es de lo que trato de
hablar desde el principio, programa satírico de la televisión autonómica
catalana que el papá que concursa en un programa nacional dijo que podría
cerrar si TV3 sigue al servicio del independentismo, fue de nuevo suplantado
por su alter ego, el tío de la mula, que llegó parodiado por el actor Noe Blancafort –en lugar de Toni Albà, apartado de Polònia por un comentario insultante en
Twitter a Inés Arrimadas- subido a
su Babieca en un sketch simple pero delicioso. Con Dios, dijo el clon del
conquistador subido al caballo, vengo para aparecer en un gag humorístico, pero
no hace falta que me maquillen, no soy maricón. Oiga, que aquí no pueden entrar
animales, respondió un trabajador viendo al henchido jinete en el pasillo, y el
caballo tampoco, terció el clon de Joan
Tardá. Hubo cierre de despachos, amenaza de despidos, envíos a la hoguera,
y hasta exhibición de la pistola del líder de chiste de la extrema desgracia, dejando
claro que TV3 echaría el cerrojo. ¿Un juego de niños? Mejor no mentar a la
bicha, que la preña el primero que pasa por ahí. ¿Están encinta los
concursantes, la presentadora, los llamados “coaches”, palabra tan ridícula
como las terapias ilegales y clandestinas para “curar” la homosexualidad que
forman parte del canon obsesivo del hooligan católico Juan Antonio Reig, alto mando de su iglesia en Alcalá de Henares?
¿Está preñado por alguien más que el Espíritu Santo este tipo que se viste con
ropajes de la mejor “drag queen”? A lo que voy, que me acerco un poco, sólo un
poco, al mundo de La voz ahora que
llegó el miércoles a su final, y sigo viendo lo mismo. Un juego de adultos que no
lleva a ningún sitio. Y a Paulina Rubio,
una de las coches, sí, coches, no sólo sobreactuada sino desafinando. ¿Sólo a
mí me rechina la oreja en los directos? A Paulina no me la creo, y eso que dice
estar dejándose llevar por su corazón, y Antonio
Orozco, otro foro coches tan hueco como una rueda sin inflar, ni me llega
ni nada de nada. En fin, que La voz y
sus hermanos de formato me parecen prescindibles, no han nacido para mí. Ganó
esta edición el chico que cantaba en el metro, Andrés Martín, el elegido por el malagueño Pablo López. Levantó al público, hizo que la presentadora, Eva González, dijera mil veces que era
una noche de emociones fuertes, y que en esta edición la protagonista de La voz ha sido la música –sólo faltaba
que hubiera sido la horticultura-. Pues ni por esas. Este chico ya ha pasado al
olvido. No me mola ese juego.
Gallifante
al hijo
De juegos, me
quedo con el original de los niños. No soy nada mitómano, y nada es lo que
digo, nada. Sin embargo, Juego de niños
me trae ecos del comienzo, de mis principios como comentarista de este medio
mágico, también presentado por Javier
Sardá, ahora alternando ese puesto festivo –supongo que será la próxima
semana cuando TVE, al fin, estrene esta nueva edición, con José Corbacho y el brillante Juan
Carlos Ortega- en labores de comentarista político frente a verracos
falsarios como Inda, entre otros.
Claro que habrá gallifantes, y famosos que peleen por ellos adivinando lo que
hay detrás de las descripciones, siempre desternillantes e ingeniosas, de un
puñado de críos. Qué pena que este Juego
de niños eche mano, entre los famosos, del pesadísimo y torpe y repetido Mario Vaquerizo, que ahora pasea su
estulticia por algunos platós como escritor, sí, de libros, válgame el cielo,
convirtiendo la literatura no en un juego de niños sino en burdo negocio. Se ve
que el peaje que han de pagar los espectadores es muy elevado, aunque, y
perdonen la comparación, no tanto como el de la anciana de la residencia
madrileña al que unas cuantas hijas del diablo maltrataban, imágenes grabadas
con firme frialdad de abogado por Francisco
Polonio, el hijo de una de ellas, para denunciar el suplicio de su madre.
Este juego de hijo ha recibido el gallifante esperado, que se descubra una
verdad que hiela y paraliza el corazón más insensible.
La guinda
Teo
el sordo
Escucho y veo
con asombro una entrevista en directo, teniendo de fondo la fachada de la
catedral de Murcia, que le hace Xabier Fortes al candidato del PP Teodoro
García Egea, y digo asombro, y rabia, y perplejidad de ciudadano atónito,
porque esta gente, y no sólo él, quede claro, responde no lo que le preguntan
sino lo que le da la gana. Por cierto, mal, muy mal, vergonzoso que Pedro
Sánchez no debata en la tele pública.
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