viernes, 10 de julio de 2015

Maldeojos. Animales



Animales
(Artículo publicado el martes, 7 de julio, en diarios de EPI PRESS)

     Cuando vemos a humanos hacer sufrir a los animales siempre preguntamos lo mismo. ¿Quién es el animal? Lo preguntamos porque se da por hecho que el animal no tiene razón, no discierne, es puro instinto, materia simple, primaria, un organismo vivo que funciona a golpe de impulso natural, es decir, comer, beber, o reproducirse. Por eso, al revés, cuando un animal tiene algo parecido a las reacciones humanas decimos que ese animal parece una persona. ¿Quién es el animal cuando vemos a un ser humano hacer sufrir a un animal? Ni la verborrea más elaborada por el intelecto humano enmascara la tragedia, el dolor, y la violencia hasta la muerte de un toro a manos de un matarife con maneras de muñeco de luces. Telecinco, hasta ahora, faenaba con material humano. Al que se dejaba le sacaba la pringue por unas cuantas monedas en programas infames que se consumen dejando un rastro de miseria moral y decadencia evolutiva.

     Pero Telecinco ha dado un paso más. Ha conquistado nuevas especies para ampliar sus tropelías. Gatos, perros deportistas, cerdos ordenados, osos mimosos, loros cantantes, patos obedientes, o caballos bailarines es el nuevo material con el que se ceba la cadena con el pretexto de entretener a su audiencia. Argumentan, como tratando de calmar el enorme rechazo del programa –Vaya fauna, presentado por Christian Gálvez, ayudado por un jurado de mercachifles- que en él no se ejerce violencia contra los animales. Sólo faltaba que la hubiera. La madre que los trajo. La violencia no es sólo sacar una faca y cargarse a alguien. Ni siquiera dar un cogotazo. La violencia a veces tiene cara de humillación, de inmensa tristeza, de sórdida diversión. Es lo que siento con Vaya fauna

Pobre oso. Podría estar en cualquierr sitio, menos ahí, rodeado de humanos. Hasta advierto, si me fijo en su cara, un halo de tristeza que lo explicaría todo. También me llama la atención la presencia de esos dos jovenzuelos. Son cantantes. Se llaman Gemelier, o algo así. Esta gente es la que está construyendo el gusto, la memoria y la sensibilidad de buena parte de los críos de hoy. Vaya fauna.

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