lunes, 5 de mayo de 2014

Maldeojos. El bluf rosa



El bluf rosa
(Artículo publicado el domingo, 4 de mayo, en diarios de EPI PRESS)


      El programa de corazón y crónica social desaparecerá de la tarde de La 1 este mes. No se haga el estrecho. Sabe de qué hablo. Hablo de ese programa tan gilipollas, patético y extemporáneo que se ha empeñado en emitir la televisión pública durante los últimos 20 años. 20 años vomitando estupideces sobre famosos que apenas tienen la culpa de que los redactores de esta basurilla rosa los eleven a categoría de imbéciles. Este espacio, del que a veces pienso que es de humor encubierto, irónico, cuenta con narradores que leen textos tan relamidos que consiguen que me ría porque parece imposible que hablen en serio. De una crónica sobre la situación familiar del delincuente José Ortega Cano, que es un peligro para los animales con la espada, y para las personas al volante, se pasa a “pocas veces Eugenia Martínez de Irujo se pronuncia sobre la vida sentimental de su hermano Cayetano, pero las cosas van tan rápido con la nadadora que no ha tenido más remedio que contarnos lo siguiente”. Esa es la entradilla que podía hacer cualquiera de las tres patas del banco que sujetan dando la cara este meloso espacio que hoy, como veremos, es una antigualla catódica. Anne Igartiburu al mediodía, Elena Sánchez por la tarde –la edición que se limpian-, y Carolina Casado el fin de semana, son las señoras que defienden este trozo de realidad irreal. “Está muy unida a su hermano Cayetano Martínez de Irujo, así que si alguien se alegra de que se haya vuelto a enamorar es ella, que ya conoce a Melanie Costa, la nadadora que según el conde de Salvatierra es excepcional”, dice la narradora. Me parece estupendísima y súper dulce, asegura la hija de Cayetana de Alba. Y así. Por ahí van las imprescindibles crónicas para tener una idea panorámica de la actualidad más perruna y cursi.


Esta señora, junto a un puñado de otras y otros, simboliza el perfil de personaje bobo, haragán, que vieve del cuento, que va y viene por la vida de vacación en vacación, ya enamorada, preñada, o "atravesando uno de los peores momentos de su vida"... Mierda. Es la imagen cursi, estúpida, quizá inventada, a la que los redactores de porogramas como el Corazón de La 1 la reducen. Un programa tan tonto e insultante no debería de estar en la pública.


Chichi y nabo

      Los contenidos dedicados al chichi más lacio y al nabo más cretino lo presentan las mentadas con el mismo sello, como salidas de la misma escuela, y las tres lo hacen sin dejar de ir de un sitio a otro del plató, ya se paran aquí, ya cambian la cara y miran a otro lado en el siguiente párrafo, ya se llevan la manita con el puño cerrado a la barbilla como si pensaran algo profundo para luego, en un estallido de complicidad, mirar a cámara con pícara confianza, y todas, todas, con un intencionado tono empalagoso, ese que hace delirante, absurdo y necio un Corazón que hace tiempo desapareció del resto de cadenas. A Telecinco le costaba un pico mantener programas rosa porque su sangre de escorpión no paraba de pinchar donde más dolía, y las querellas le reventaban un día sí y otro también a Paolo Vasile, que tenía la mano abierta de firmar cheques para pagar denuncias de querelladas por avasalladas en sus platós. A la mierda el corazón, dijo Vasile, esto no trae cuenta. Hay que inventarse un programa que tenga corazón, y semen, y lágrimas, y circo, y voces, y el fin del mundo, pero que se quede en casa, que si alguien le llama perra o hija de puta, o ladrón, o chulo, o mal follado a alguien, no nos denuncie. Y nació Sálvame, el mejor programa de canibalismo legal de la televisión. Hoy, la cadena, salvo alguna pamplina residual, el corazón como tema no existe. Ya no hay un programa de corazón en Mediaset. Antena 3 también se quitó de en medio el último bastión de esos espacios de chusma y chismes cuando se cargó ¿Dónde estás, corazón?, un despropósito que presentaba con brío Jaime Cantizano, que cerró el kiosco entre las descuajaringadas y llorosas, arrasadas por las lágrimas, María Patino, Gema López, o Jesús Mariñas, que sin problema dieron el salto de la entonces cadena triste a la cadena de las mama chicho, donde se han ido colocando adaptándose al nuevo pagador. Y hasta hoy.

Esta otra señora, marigestitos, representa el caldibache de azúcar con que se hace el programa rosa que aún mantiene La 1. Anne Igartiburu se pasa todo el rato caminando por el plató, poniendo posturitas, quebrando la voz, derritiéndose como una madalena para dar vida a un personaje que me pone muy nervioso. Eso sí, la vasca es uno de los ocho apellidos vascos más conocidos... qué grande la peli, hablando de otra cosa.


Insúltame, por favor
No habría ni que preguntar por qué desaparece la segunda edición de Corazón de La 1. Sólo habría que quedarse así, mirando la pantalla, y notar que algo ha pasado porque de repente la pantalla ha dejado de oler a chumino exquisito y a pito engominado. Pero no, hay que explicarlo porque la gente que dirige esa casa, y el señor que tiene en sus manos los informativos de TVE, no deja de sorprender. Como el descrédito es tal, la huida a otras cadenas es tan llamativa, la imparcialidad, y la dependencia del Gobierno es tan descarada que hasta ellos tienen que notar algo parecido a la vergüenza, Julio Somoano ha visto en Corazón a su peor enemigo porque, dice, su audiencia es tan baja que luego no hay forma de remontar. Eso es hacer autocrítica. La culpa, de los otros. A mí me gustaría pensar que desaparece Corazón no porque sea mal telonero para el Telediario sino porque es un programa impropio de una televisión pública. Y me gustaría pensar que el director de informativos de TVE no es tan cínico y en vez de culpar al vecino del desastre ventilara su despacho, dejara entrar la opinión del Consejo de Informativos o, valiente, hiciera periodismo, no servidumbre ideológica. Pase lo que pase, el corazón, la crónica rosa, el hazmerreír en que los redactores del espacio convierten a esa parva de celebridades, tiene las horas contadas. Los programas con esos contenidos tuvieron su momento de gloria, y a su alrededor se creó un potente y animado negocio, una burbuja de exclusivas y cuentos, de inventos y pamemas, y los famosillos salían del plató de una cadena y corrían con la huevada a contarla a otra, y las productoras enloquecían en busca del personaje más infame y abyecto, del más atrevido y vehemente, y aprendieron a mentir porque había que dar espectáculo, y de aquel indecente circo surgieron estrellas turulatas que hoy se comen los mocos, solas, arruinadas, en paro, sin un foco que las caliente, sin un colaborador que las insulte. La burbuja rosa estalló. Hoy la burbuja que ha engordado como una foca es la de las tertulias políticas, pero de ella hablaremos otro día. Hasta luego, corazones. 

 
Jaime Cantizano presentaba el penúltimo bastión defensivo de los programas de la braga, rodeado de unos chismosos que hoy son un clásico de la televisión de hace unos años. Todo eso desapareció porque la gente quería sangre, la que daba Telecinco, pero eso costaba un pico con tanta querella, y la pela es la pela para el capo Vasile, que se inventó Sálvame para evitar pagar a gente de fuera lo que la gente de plantilla, por serlo, tiene que tragar por cojones. Antena 3 era la cadena triste por pretender hacer un programa de chichis y nabos inmaculado, elegante, meloso, y el público, como hace con La 1 y su programa de crónica rosa, lo que quiere es guerra. Ya que son fanosos, que sufran y veamos sus trapos sucios.
La guinda
Adiós, Defensora
Ha cumplido su misión, y ha sido relevada como Defensora del espectador en RTVE.  Es Elena Sánchez Caballero, que puso en marcha esa oficina en 2008, además de presentar en La 2 el programa RTVE responde. El programa de la Defensora. Ahora llega a esa oficina Carmen Sastre, persona de la casa. El papel de la Defensora no es el de la mosca cojonera, ni mucho menos. Pero su existencia ya es algo.

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