Hermanito mayor
(Artículo publicado el martes, 11 de febrero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Que lo deja, que
abandona, que se desengancha. No hablo del desenganche total con la vida que ha
tenido uno de los ex maridos de Belén
Esteban, un tal Fran Álvarez, al
que se encontraron sin vida en su casa el domingo. Al parecer, según expertos
en la vida loca, el pobre señor tenía un enganche mortífero con eso que en
programas de temerosa sensibilidad contra las denuncias llaman “sus adicciones”,
adicciones que también tuvo la mentada ex cajera de San Blas. Quien lo deja
todo, incluso deja a la más grande, a la de ojos cautivadores, a la de risa tan
empotrada como cínica, a la que cada vez que habla sube el pan, a Isabel Díaz Ayuso, la presi madrileña,
quien lo deja todo, quien deja su dirección general de Juventud en Madrid es el
televisivo Pedro García Aguado, otro
que de medallista olímpico bajó al infierno de “las adicciones”, subió al cielo
de la tele, siguió como un cohete al de la política, y de nuevo ha bajado a ras
de tierra como movido por un impulso redentorista y salvador.
Dimite de la
política debido a “la enorme demanda de atención que requieren tantas familias
en el país”. Ha muerto el director
general, pero ha revivido el Hermano
mayor. Empresario activo ha hecho de
la rehabilitación de jóvenes problemáticos, por esta o mil causas, por el
consumo de drogas o por formar parte de familias desestructuradas, su forma de
vida, su negocio, dicho así, sin vaselina, sin preservativo, sin filtro. Pudiera
ser que, y digo pudiera ser, que ganara más dinero fuera de la política que
dentro, porque está feo que si tienes una empresa de rehabilitación, te llegue
trabajo por mor de. Ahí lo dejo. Así que don Pedro está de nuevo en el mercado
catódico. Para quien lo quiera.
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