Exterminio chino
(Artículo publicado el martes, 4 de febrero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Como el
milenarismo, el coronavirus ya llegó. El bicho nos despierta, nos da el café,
nos acompaña en el potaje, en la merienda, desde luego en la cena y nos lleva a
la cama. El coronavirus ya llegó. Sería bueno que no para quedarse. Por mera
supervivencia. Y por higiene catódica. Y por quitarnos de vista a un puñado de
fantasmones que siempre asoman su pata en estos casos. En Granada, por ejemplo,
hay un médico de urgencias salvapatrias que se hace llamar el “hombre
espiritual” –él, patético, actúa en redes sociales con su nombre artístico en
inglés-, y en vez de prudencia y calma fomenta la alarma. Dijo hace unos días en
un vídeo que “tenemos ahora mismo la primera sospecha de coronavirus aquí en
España”. Lo decía con sonrisita de, joder, qué suerte, voy a ser el primero en
decirlo.
Su egolatría
está por encima de su irresponsabilidad e imprudencia. El chino no tenía
coronavirus, pero el “hombre espiritual” consiguió el protagonismo deseado. Que
yo sepa este menda no se ha cortado la lengua para vacunarse ante un impulso
futuro. Lo peore s que estas alarmas calan en un público dispuesto a aceptar
pulpo como animal de compañía –en política, igual-. Mientras, responsables
sanitarios en el otro extremo como Fernando
Simón, director del centro que coordina las emergencias de este tipo, no da
abasto en saltar de un plató a otro para explicar la situación con datos. ¿Han
escuchado la teoría de que el virus se “fabricó” para que, ya que la política
del hijo único no dio resultado, los chinos mueran a cascoporro y su economía
sea más competitiva? Me la acabo de inventar, pero lo mismo cuela. El
coronavirus ya llegó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario