miércoles, 11 de septiembre de 2019

Maldeojos. Amar en tiempos de KOZ


Amar en tiempos de KOZ
(Artículo publicado el domingo, 1 de setiembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Que Amar es para siempre es un barco que flota en mitad de las tormentas más gordas e iracundas parece que no tiene discusión. El barco sigue ahí, en las tardes de Antena 3, y cada nueva temporada tiene su afán. Se renueva el barrio, el Asturiano, el interior de las casas, el hotel, las tramas. Y ahí me detengo. Desde principio de año los guionistas han metido una historia de amor entre mujeres, entre Luisita y Amelia, o sea, Paula Usero y Carol Rovira. Eso que se llama la comunidad LGTBI está encantada, y lo deja claro en las redes sociales, sobre todo por el empuje en dirección contraria a esa normalización y visibilidad sin tapujos que desde el partido ultraconservador del tío de la mula y fieles se lleva a cabo, como si amar a quien te salga del corazón y de la ingle necesitara el visto bueno de esta gente. Lo que pasa es que la realidad es un camión que pasa por encima y se lleva por delante a estos obsesos del amor si no encaja con sus valores. Pero no todo es idílico, romántico, y reivindicativo. Me pregunto si el amor en estos tiempos locos, de KOZ o de payasos en acción, es ir por el mundo enseñando algo para celebrar algo. Es hacerse un “paco león”, o sea, ponerte en bolas para celebrar que tienes un millón de seguidores en Instagram o en el viejo Twitter. Lo cierto es que Paco León ya se ha hecho su foto del verano con la manguera en la mano como antes se inauguraban las vacaciones con el posado de Ana Obregón al borde del mar. El otro día fue el guapo Adrián Lastra –el Pedro de Velvet- el que, escribía, se hacía #UnPacoLeonPorDetrás, es decir, enseñaba el culo. ¿Esto es amor? Sus seguidores creen que sí, y quieren más, quieren que lo enseñe todo, sobre todo la manguera. Rosa López, la de Eurovisión, sin enseñar, lo enseña todo. Forma parte de las nuevas entregas de Gourmet edition, lo más parecido a Supervivientes o a Gran Hermano que ahora tiene Telecinco como pasto de su audiencia. Conmueve ver a Rosa de España hablar de amor, de su falta, diciendo que hay chicos que lo confunden con su paquete. Que no será el de esa cosa repelente llamada Aless Gibaja, lo más opuesto a la sensualidad y el deseo que alguien pueda imaginar. Para completar el cuadro, Rosa tiene las paredes de su casa infestadas de corazones rojos atravesados con flechas. Eso sí, que nadie se confunda. Pese a mi apariencia, dice Rosa, soy una fiera en la cama. Oído.

Bertín zurró
     Resultaría raro, extraño, sesgado, increíble, insensato, inmoral y pecaminoso, además de inquietante, surrealista, troglodita, neandertal y cromañón, renacentista y pitiminí, cara de haba y dama de las camelias, revolucionario y fascista, resultaría todo eso y un carro de tonterías como las mentadas no mentar aquí hablando del amor en los tiempos de KOZ a un cabestro como Bertín Osborne, el donjuán ajamonado de la tele que cuando trata de salir del huerto con fango en el que se ha metido, de nuevo a vueltas con la cosa esa del feminismo, se hunde aún más en su propio esputo el jerezano que se echa mano de los huevos para hablar de mujeres. La gente, sobre todo de izquierdas, sobre todo si son Julia Otero o Gabriel Rufián, no sólo son iluminados sino mamarrachos, dice el chulo y arrogante presentador de una casa, que nunca sé si es la suya o la de otros. Los de Todo es mentira, en Cuatro, con Marta Flich –qué bien lo hace- hasta el regreso de Mejide, lo levantan a pulso, aunque el resto de Mediaset calla, y sólo otorga indecencia y bochorno. Además,  mucha gente anónima se ha enfadado con el machito. Y ha hurgado en los archivos. Y ha recuperado una joya en TVE. Se llama De la mano de, programa de 1985, con un encorsetado y fumador –alucina hoy ver eso- Jorge López Pedrol, que pregunta si nuestro patético caballero es machista, a lo que Bertín responde que “las machistas son ellas porque no quieren perder el estatus que les hemos dado los hombres”, En realidad, remata con una sonrisita condescendiente, “es el hombre el que está sometido”. Tanto, concluye, que “lo que debería de haber es un movimiento de liberación del hombre”. La cara de Pedrol es la de un gato escaldado con agua helada, pero se repone y sigue. ¿Te consideras muy moro en tus relaciones? No, qué va, dice con sonrisita tonta, pero es que a las mujeres les gusta que seamos machistas. Total, y ahí va la joya de la corona que retrata a este tipo de personajes, y así doy por finalizada la cosa, que la mano del machito que acarició la piel de tanta hembra también sirvió para zurrarles. Sí, contesta el sobrado personaje, alguna vez pegué a una mujer. Toma y toma, que lo sepáis, feminoides mamarrachas.

A por las Campos
     Enseguida, a raíz del fuego desatado, siempre hay un caballero dispuesto a inmolarse frente al batallón de perras con o sin flauta. El eurodiputado de VOX, Herman Tertsch, no cree que grabar las bragas de las mujeres en el metro colocándoles el móvil debajo sin que se den cuenta “sea un problema mundial”, se encara con Anabel Alonso. Sin comentarios, hijo de KOZ. Así que como a estas alturas lo que se dice el amor no sale bien parado, husmeo por los alrededores de María Teresa Campos y Edmundo Arrocet, el del bigote. La cosa está que arde, y como la veda contra las Campos se ha abierto en Mediaset, el pim pam pum es un no parar. Los de Sálvame no sueltan la presa. Enfrente, los de Viva la vida, la defienden y no ven en las fotos de mujeres saliendo “del pisito de soltero de Edmundo” prueba de infidelidad. O sí. Lo que es seguro es que Viva la vida se ha “salvamizado”. No es raro. Su nuevo director, Raúl Prieto, antes en Sálvame, con La fábrica de la tele, se abrazó a Cuarzo, la competencia, responsable del magacín. Se abrazó a Cuarzo y al arquitecto Joaquín Torres, que dejó a su mujer por su maromo. En resumen. La ficción –en Amar en Amar es para siempre y otras- y la realidad son un tren imparable, cuando de deseos y amores se trata, que se lleva por delante a los tarugos de KOZ.


La chispa
García Aguado
Que la tele no te cambie, le decía a una tal Dakota Pedro García Aguado. La chica es una problemática joven que empezó a enderezarse tras su paso por Hermano mayor, que presentaba en Cuatro Aguado, y que acabó, en carrera fulgurante, en Supervivientes. Al mismo tiempo el propio Pedro ha acabado tras su paso por la tele como director general de Juventud en el gobierno de Díaz Ayuso. Vaya si la tele cambia la vida, y mucho.


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