Lo de Blanca
(Artículo publicado el sábado, 7 de setiembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Perdonen
que despache la desaparición y luego encuentro, aunque ya sin vida en la alta
montaña, de Blanca Fernández Ordóñez
con un simple “lo de Blanca”. Pero creo que después de tantos días, con sus
mañanas, tardes, y noches, entrando en casa desde la tele con una presencia
machacona, lo de Blanca es eso, un tema, un género, una serie, y sin duda un
atropello, un puñetazo, un exceso, un espectáculo. Podría, sin miedo a
equivocarme, ir a mi archivo y hurgar, cortar, y pegar algunos textos escritos
referidos a “temas” como el de hoy para decir más o menos lo mismo. En los
coletazos del mes de agosto, como un milagro, la tele se iluminó con un asunto
que la haría revivir de un letargo que daba vueltas al calor, a la inseguridad
en Barcelona, a la barba de Casado,
a los navajazos entre Sánchez e Iglesias, o a la listeriosis en la
carne mechada.
Nada
de estos asuntos, por importantes que sean, se ponen al nivel de “lo de
Blanca”, primero porque es quien es, la primera mujer española con medalla
olímpica, y luego porque esa desaparición estaba destinada a lo que ha sido, a
rellenar horas y horas de televisión de saldo. En el campamento base, desde
donde se organizaban las batidas para dar con Blanca, había más reporteros y cadenas
de televisión que policías. Hay que preguntarse de nuevo si tanta conexión en
directo, tanto despliegue, tanto experto en el sitio o en el plató, está
justificado. No. Sin duda, no. Las conexiones, la información ha sido durante
estos días paja, humo, entretenimiento, marear la perdiz. ¿Estamos buscando a Blanca
o buscando audiencia? La oportuna reflexión la hizo el humorista Alfonso Arús en Aruser@s –matinal de La Sexta-. Vale para cualquier cadena.
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