Fran y el rosco
(Artículo publicado el sábado, 15 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Igual que Los
lobos son un tesoro para el ¡Boom! de
Juanra Bonet y por supuesto de la
cadena que emite a diario el concurso, con una permanencia en Antena 3 que
sobrepasa los 366 programas y acumulan una fortuna, al margen del posible bote,
que roza los dos millones de euros, el asturiano Fran González, Fran, es otro tesoro, otro valor seguro para las
tardes de Telecinco y para el Pasapalabra
de Christian Gálvez –por cierto,
señalado como intruso por el Comité Español de Historia del Arte, CEAH, a raíz
de la exposición que sobre Leonardo Da
Vinci ha organizado en la Biblioteca Nacional. Me niego a llamarlo
“curador” en vez de eso, de organizador, o director, palabreja que se usa como
sinónimo de comisario de exposiciones, otra que tal-. A lo que vamos. Que Fran
es un tesoro para la cadena por la audiencia y la igualada guerra contra Antena
3.
Algunas tardes
lo veo quitándome de en medio los previos y acercándome sólo al final del
programa, al rosco. Este tío es magnífico. Parece que está volado cuando agacha
la cabeza, aprieta el gesto y se concentra en las preguntas. El biólogo de la
universidad de Oviedo tiene una serie de tics que lo hacen inconfundible,
cercano, cachondo. Me gusta en especial esa forma suya de cabecear y de abrir y
cerrar los ojos cuando “pasapalabra” pero al instante sabe la respuesta que
deja almacenada, como un cazador furtivo, para disparar en cuanto vuelva a esa
pregunta en la siguiente vuelta. Después de tanto tiempo en pantalla el espectador
no sólo conoce el exterior de Fran, con una imagen de friqui inteligentísimo,
sino que adivina un interior noble, sensible, nada arrogante ni fanfarrón, al
contrario, sus humildes reacciones lo hacen más grande. Fran es un tesoro.
Literal.
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