Ese programa
(Artículo publicado el sábado, 8 de diciembre, en diarios del grupo EPI PRESS)
Es un nombre
certero, agudo, descacharrante y cargado de dinamita con intenciones. Ahí va.
Se llama Ese programa del que usted me
habla. Toma castaña. Mariano Rajoy, que en gloria descansada
esté tocándose la flor como registrador y llevándose a casa un pastizal de los
gordos, no cobrará derechos de autor, y eso que es el padre de la idea original
cuando, para referirse a su colega Luis
Bárcenas, lo hacía como sólo los grandes cínicos lo hacen, “esa persona de
la que usted me habla”. Pues bien, con gana de choteo ha llegado a La 2, a eso
de las 9.30 de la noche, Ese programa del
que usted me habla, con María Gómez,
Marta Flich, Alberto Casado, y un puñado de cómicos que, ya veremos, tal como
está el patio de los ofendidos, si vivirán más en los juzgados que en el plató.
Este país está perdiendo el norte, y parece
que lo último en astracanadas no se da sobre el plató o el escenario sino en la
calle, con un puñado de energúmenos ofendidos con tal embate que ponen en
peligro actuaciones en teatros o platós de televisión donde el humor lo es
caiga quien caiga –la extrema derecha en Valencia intentó que Edu Galán y Darío Adanti, los de Mongolia, no actuaran, pero La Rambleta llenó
su sala al completo, el cómico Dani
Mateo, el de la bandera, fue llamado ante el juez por sonarse la nariz en
la simbólica tela-. Ese programa del que
usted me habla apuesta por la irreverencia y el gamberreo social. Lo he
visto. Y aunque ha de afinar ritmos, pinta bien, muy bien. La tele pública no
sólo hace bien apostando por este formato que se codea a la misma hora con el
clásico El intermedio sino que ha de
estar preparada porque su osadía escuece.
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