viernes, 7 de marzo de 2014

Maldeojos. Periodistas



Periodistas
(Artículo publicado el jueves, 6 de marzo, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)

      La visita de Marine Le Pen a El objetivo fue una buena excusa para volver al programa, al que tenía descuidado por esas inercias de espectador que, de golpe, sin saber por qué, o quizá sabiéndolo, un día lo abandonó y no notó su falta. La directora del programa se fue a Estrasburgo para hablar con la parlamentaria de extrema derecha. En lo que dijo la hija de su padre, ninguna novedad, es decir, nada que no espere uno de una cabeza que se fue amueblando desde pequeña con ideas que a uno le producen asco y vergüenza. Lo que me gustó, y mucho, de la entrega dedicada a la extrema derecha europea fue no sólo su directora, Ana Pastor, que estuvo a punto de desbaratar la fabricada calma de Le Pen llevándola al rincón de las alteradas por desenmascaradas sino el programa en sí, que salió redondo, esclarecedor, muy documentado.

      Puso sobre la mesa el panorama de una Europa cada vez más encabronada frente a los partidos clásicos, de ahí que la gente los castigue echándose en brazos de partidos de extrema derecha con mensajes de ofensiva simplicidad intelectual, pero de una eficacia populista que en las próximas elecciones los 36 diputados que tiene esta ideología tan trastornada, repartidos entre Dinamarca, Francia, Holanda, Italia o Grecia, pasarán a un número preocupante. En resumen, se me hizo corto El objetivo. Redondeó una noche que inició Jordi Évole con un Salvados que habló con Pedro José Ramírez, ex director de El Mundo, con un Évole fiel a su estilo, el de acariciar con mano de acero tapando el frío metal con cálidas sedas con el objetivo de confiar a su presa. Pedro José trató de esquivar los golpes, pero notó el soplo del polluelo. Gran noche de periodistas.

Fabotografía casera de la pantalla de El objetivo, de La Sexta. El programa de Ana Pastor dedicado a la extrema derecha europea hablando con Marie Le Pen, una señora de turbias ideas, redondeó una noche que inició Jordi Évole como sólo él sabe hacerlo, con excelencia.




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