jueves, 18 de abril de 2013

La hoguera. Jueves, 18 de abril de 2013



La hoguera

      Los versos –hay que nombrar de algún modo a las cosas- que vienen a continuación forman parte de un libro que llamé El pudor de la luna. Sus poemas fueron escritos entre el pueblo y Granada. Tenía 22 años. No es vergüenza lo que siento ahora releyendo aquello. Siento una ternura grande por aquel jovenzuelo que empezaba a escribir, y con la sensibilidad de hoy, y con la distancia, y con las lecturas, y con los años, quisieras entrar de nuevo en su cabeza para entender mejor qué le llevó a urdir semejante disparate. Hoy me resulta artificial, pretencioso, ñoño, impostado. No llega a ser falso, eso lo tengo claro, porque creo que jamás lo he sido escribiendo, pero sí de una patética pomposidad. Para que no faltara de nada, el libro iba acompañado de una serie de dibujos que también me atreví a hacer. Vamos, una obra total. Con tres poemitas despacho mi primera publicación -de poemas hay dos más- , que tampoco es cuestión de ensañarme con mi orgullo.

Me palpo
mi espanto y tu locura.
Y ya ves.
Aún estoy sentado
con la mano en el agua
a la orilla del río.

Y es odio lo que sale por mis dientes.

Aún estoy sentado
con la mano en el agua
y espero el próximo
bombazo
a la orilla del río.

Acaban de matar
A no sé quién.

Después hubo champán,
fotos,
un viaje glacial
por cien sexos de costado
y frases
rabiosamente sucias.
Alguno
Cayó brindando por el
Gusto de la fiesta. Y creo que
murió.
Sí, sí, murió.
Cundió el pánico
y  los pájaros volaron
con el champán, las
fotos y el
sexo de costado a otro bombazo.

El gatillo quedó mortalmente herido.


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que para entrar en tus
manos y arrancar una lágrima que
sobra he de haber estado antes en tu
espalda. Sé que ahora te extrañas y me
duele.

¿Hasta cuándo seguiremos
extrañando la misma noche, el
mismo cielo, el saludo, el mismo amor
y los mismos labios destrozados, ra-
diantes? Sé que es el momento de acor-
darnos de los lirios y tirarlos desde
arriba suavemente, con el gesto de la
mano acanelada, la única mano estreme-
cida que respeta la más bella libertad
de las alondras.

Quería darte un peda-
cillo del aire, una risa… qué sé yo.
Y resulta que me voy al nuevo comienzo
de otros aires, de otros dones, con el
más firme dolor de lo posible.

Entre nosotros está lo posible sin dolor, sin huecos. Entre
nosotros está la única mano estremecida
que respeta la más bella libertad de
las alondras.



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Estuve en las cloacas del mar.

Para ver tus manos
hincadas en tus ojos
hincados en el fango.
Estuve en las cloacas del mar.

Elevando el vino amé
por la ternura de tu espalda.
Yo no quiero ni acordarme
del espanto de mis ojos.

Porque ya mis venas
revientan como olas
cuando visten de aire.

No tuve más remedio
que acercarme          
a las cloacas del mar.
Desde hoy tu nombre
será
como ola que se viste de aire. 


Portada de mi primer libro

Federico, presente.

Me recuerdo haciendo estos dibujos en las clases que me aburrían en la universidad

Vale, yo tampoco sé cómo se me ocurrió hacer esto. Y publicarlo.

No tiene que ver con nada, pero cómo dejarla fuera.

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